vampiros
Audio relato de terror: "La caseta del árbol."
Audio relato de terror: "Almas en pena."
El híbrido nocturno
Era una noche húmeda y gélida. La respiración quedaba plasmada en el aire en variopintas formas grumosas volátiles, dispersadas al olvido en segundos, siendo sustituida la desaparecida por la nueva surgida de la siguiente exhalación. El suelo pedregoso estaba resbaladizo. Era sumamente sonoro si se andaba presuroso sobre su superficie.
Y yo caminaba de esa manera.
Apremiado por el ansia.
Las ganas.
El hambre.
Las calles de la barriada estaban vacías de vida, exceptuando algún vagabundo, borracho o mujer de vida disipada que anduviera a lo suyo en los rincones más recogidos y abyectos. Por tanto me introduje por las callejuelas más estrechas. Finalmente di con un hombre mayor. Un menesteroso que estaba preparando su catre con cartones sacados de un contenedor. Mi urgencia me delató. Aquel infeliz giró su rostro, constatando que alguien más merodeaba por su pequeño y miserable refugio…
Me abalancé sobre él, alargando los brazos y sin dejarle tiempo a reaccionar, le seccioné la cabeza con el hacha que portaba. Un chorro de intensa sangre en tonos bermellones emergió de su tronco conforme las facciones horrorizadas quedaron paralizadas para siempre en su rostro, antes de permanecer arrinconadas entre los cubos de la basura. Su cuerpo anduvo unos cuantos pasos por mis cercanías, tropezándose con la pared más cercana, hasta trastabillarse y caer pesadamente sobre el costado derecho. Sus miembros ejecutaron algunos movimientos espasmódicos antes de quedar inertes.
Entonces…
Me dejé aproximar a su cadáver, acomodándome de rodillas. Extraje del bolsillo interno de mi chaleco un bisturí, y comencé a cortarle la ropa, explorando en busca de su carne.
Era un deleite para la vista de un caníbal.
Con rapidez fui consumiendo partes de su rostro y de su brazo izquierdo, masticando con premura, con los sonidos de mi propio estómago protestando por la tardanza del banquete.
Pero aquella noche iba a ser diferente a todas las anteriores.
Mis tropelías siempre habían sido en solitario. Nunca había sido perseguido. Ni mucho menos descubierto.
Me reconocía como un ser distinto. Obsesionado por el sabor de lo prohibido.
Jamás dudé de lo aberrante de mi naturaleza entre humanos, aún considerándome a mí mismo como un mísero mortal.
Conforme me alimentaba de los restos del mendigo decapitado, algo o alguien se dignó en hacerme compañía desde las sombras. Mi anhelo por masticar, deglutir, tragar sin parar me tenía concentrado en lo mío, así que cuando percibí las pisadas acercándose a mis espaldas, ya fue demasiado tarde. Quise incorporarme de pie, pero unas garras puntiagudas y afiladas se aferraron con fuerza a mis hombros, obligándome a mantenerme en mi postura agachada.
– Qué
Si. Un único vocablo fue lo que surgió de mis labios enrojecidos y brillantes por la sangre de mi víctima.
Noté su aliento sobre mi cuello.
Emergiendo de lo más profundo de su garganta, pude escuchar su voz por primera y última vez:
– Eres imperfecto. Yo te traigo la perfección. Serás inmortal y diferente a todo cuanto el hombre teme y odie.
Aquel ser, que luego supe era un vampiro, me hincó sus colmillos en mi cuello, iniciando mi conversión.
Una metamorfosis que nunca anuló mis apetencias por la carne humana en los dos sentidos, transformándome en un ser nocturno híbrido.
Desde aquel lejano entonces, como y bebo de los débiles seres humanos.
Mi nombre es Lemont Foirest.
Tengo más de trescientos años.
Mientras perdure mi existencia, tanto mi hambre como mi sed insaciable nunca decrecerá.
La Caseta del árbol.
– ¡Corre, Nathan! ¡Corre todo lo rápido que puedas!
Esencia de vampiro.
En plenas navidades, un cuentico de terror de lo más liviano, escrito bajo los efectos benignos del cava, je, je.
Ricardo recogió una botella de cava del frigorífico. Estaba lo suficientemente fría como para satisfacer el paladar seco e hiriente de Penélope. Atrajo consigo la atención de la mujer con el tintineo del cristal de las dos copas al entrechocar entre si.
– Aquí tienes el néctar que calmará tu sed, querida – le dijo con tono frío.
Penélope observó cómo Ricardo vertía el contenido de la botella en ambas copas.
Le tendió una.
Estaba llena en sus tres cuartas partes.
Ella aceptó de buen grado.
Sus labios carnosos sorbieron el líquido, humedeciéndose hasta adquirir un sentimiento superficial muy cercano al erotismo.
Ricardo sintió como su corazón muerto palpitaba frenéticamente ante su propia resurrección.
Se acercó hasta su víctima, hincándole los comillos en la yugular.
Penélope gritó de manera desaforada mientras su vitalidad mutaba desde su organismo hasta la enfermiza personalidad de Ricardo.
– ¡Te quiero, Penélope! ¡Te quiero, hasta tu muerte! – bramó aquel hombre malvado.
Cuando la mujer quedó tendida sobre el sofá, sin gota de sangre en sus venas, con un corazón inmóvil que denotaba su estado inerte, Ricardo, creyéndose triunfante por unos segundos, se agitó desesperado al instante. Sintió un ardor hiriente que le hizo gritar como la bestia que era, vomitando un torrente de sangre profundamente oscura sobre las tablas de la tarima del suelo.
MIró a su víctima con desprecio y horror.
– ¡Me has matado, puta! – farfulló, antes de sucumbir a su final.
Demasiado tarde…
Descubrió con tardanza que su presa había abandonado el mundo de los vivos hacía años.
Pues era un fantasma.
Un espíritu errante, que ahora se incorporaba desde el sofá, sonriendo con satisfacción hacia aquel vampiro. Ensanchó los orificios nasales, absorbiendo la esencia de Ricardo, convirtiéndose de esta manera en una entidad cada vez más poderosa y maligna.
Vecinos molestos. (Es normal, son los Sanfermines).
Este tema es muy llamativo si los vecinos juerguistas son vampiros y la persona cuyo sueño se ve afectado por tamaño escándalo musical, un asesino en serie, je, je.
La caseta del árbol. (Tree house).
– ¡Corre, Nathan! ¡Corre todo lo rápido que puedas!
Pesadilla en la Fraternidad OMEGA, de la Universidad de Twisted Brains (USA).
A primera vista, esta foto inicial nos muestra a tres estudiantes universitarios de lo más normales que pueda haber en cualquier campus norteamericano. El de la izquierda es un chico algo cohibido y tímido, con la mente siempre puesta en las musarañas. Por eso sus notas son un pelín deficientes. Los otros dos son estudiantes ejemplares, que además pertenecen a la fraternidad OMEGA.
¡Pero craso error! El primero es en realidad un terrible vampiro que viene dispuesto a chuparles la sangre a los dos bondadosos e inocentes chavalotes.
– ¡Soy Honorato Sangría, y tengo ganas de dejaros sin una sola gota de sangre! – farfulla el vampiro en pleno ataque desenfrenado.
Pero este ser tan malévolo se ha tropezado con una pesadilla aún mayor. Los dos chicos a quienes pretendía hincarles el colmillo, en realidad son
¡¡¡DOS HAMBRIENTOS CANÍBALES LLEGADOS DEL ESPACIO EXTERIOR VÍA PLUTÓN!!!
– ¡Pues sintiéndolo mucho, llevamos dos meses sin catar carne humana! ¡Y chico, tú encima estás de lo más apetecible, porque no hay más que ver esa pinta tan rolliza que tienes!
– ¡Ahhh! ¡Noo…! Cuando precisamente iba a iniciar mañana un régimen para adelgazar veinte kilos en tres semanas…
Dos horas y media más tarde:
– Buen ejemplar de estudiante regordito, ja, ja.
– Si. La cabeza la hemos tenido que dejar casi entera, porque ya nos hemos llenado bastante con los michelines del nene.
– Lo bueno es que decía ser vampiro.
– Bueno. ¡Ahora es un montón de huesos mondos y lirondos, jua, jua…!
Así fue como gracias a la valentía de estos dos mozalbetes, se eliminó la amenaza del espeluznante vampiro en las cercanías de la universidad de Twisted Brains.
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