Empleado Incompetente Merecidamente Despedido de Escritos de Pesadilla. (IV)

Nueva semana, y nueva víctima propiciatoria para el despido fulminante por parte de un servidor.


¡Cito al despacho del Jefazo de Escritos de Pesadilla, a la momia nacionalizada egipcia (pero de origen australiana) Patatotek Garbanzok VI! 


¡Aligere el paso, por Dios! ¡Ya le vale lo de arrastrar los pies de manera tan lenta y lastimosa!
A ver, señor Garbanzok, ¿algo que alegar en contra de su despido?
(momia): Aggg…. Sindicato… Interponer reclamación…. Demanda… Conciliación… Acuerdo amistoso…
Bien, bien. Haga usted todo lo que le venga en gana a partir de ahora. Reconozco que me va a suponer un alivio desprenderme de sus patéticos servicios.
(momia): Ugggg… Firmar finiquito… “no conforme”… Abogado sindical… Denuncia… Pasta gansa… Derecho al paro… Descanso Eterno…
Eso mismo, repose su cuerpo y parte del alma durante sus meses de parado.
¡Y ahora salga de mi despacho! ¡Y con más garbo, carajo!
(momia): Oggg… Jefe sinvergüenza… Venganza… Maldición… Morir pronto…
Ya, a mí me vas a venir con esas. Las amenazas me las como entre pan y pan como si fuera un bocadillo de chorizo de Pamplona.
Bueno, por fin se ha largado el inútil este.
Por cierto, falta mi risa sardónica y despiadada tras haberle echado de la empresa…

JA JA JA JA



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Te odio tanto que deseo tu muerte. (I hate you so much I want your death).

Este relato va dedicado a la administradora del blog Solo de Interés. Es lo menos que Escritos puede hacer por su vídeo colgado en youtube con motivo del Día del Blog. 



– Tu odio tiene que ser irremediable sobre la persona que deseas que practique la maldición.
– Así es.
– Está bien. Mi conciencia está tranquila. Espero que me hayas traído algo personal del sujeto al que deseas la mayor de las desgracias posibles.
– Si. Fue muy fácil conseguir un mechón de cabello.
– Es una muestra muy abundante de pelos.
– Tiene alopecia. Se le acumula en la ropa. No crea que lo até con cuerdas y le pelé la cabeza.
– De acuerdo. Empezaré con el rito condenatorio del desgraciado en cuestión.
– No emplee ese adjetivo. Este es un cabrón de los grandes.
– Tus dos mil dólares silencian mi opinión más sincera.
– Más te vale, bruja de los demonios.

Un conjuro condenatorio.
Seguido del deseo de la muerte de un compañero de trabajo.
La hechicera enterró los cabellos en la tierra maldita de los suicidas.
No habría modo de eludir la mayor de las desgracias prematuras.
Tenía simplemente treinta y dos años.
Casado.
Con dos hijas pequeñas.
Aún así deseé su muerte.
Por envidia.
A los pocos días cayó enfermo.
Un mal que los médicos  no supieron diagnosticar a tiempo.
Su enfermedad fue incurable.
Sufrió durante  meses.
Murió en la intimidad.
Mientras, yo conseguí su puesto.
Fui ascendido y agradecí a la bruja sus dotes con quinientos dólares adicionales.


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Agradecimiento a Solo de Interés.

La administradora de Solo de Interés ha tenido a bien mencionar a Escritos de Pesadilla dentro de cinco blogs que ha considerado debían figurar en el día del blog del 31 de agosto del 2010.
También ha realizado un video super guay que me ha dejado ciertamente emocionado. Desde aquí el agradecimiento de Escritos. Y la recomendación de visitar su blog, porque verdaderamente es super interesante de leer y ver.

Por otra parte, desear a todos los compañeros y compañeras de la blogosfera un feliz y edificante día del Blog 2010.


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Un martes para olvidar de Pechuga de Pollo Mutante.

Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

(Dominique): Psss…. Robert, mejor no sacar la imagen en directo de Pechuga, que se nos puede alterar un poquitín.

Nada, nada. Hay que ganarse a la audiencia con el morbo.

Esto, Pechuga de Pollo Mutante, hoy te veo un poco raro. ¿Será esa enorme barriga que te ha surgido en tu período vacacional de dia y medio? ¿O las excesivas cervezas albanesas que has trasegado durante el fin de semana pasado? ¿O lo que es peor, no estarás sugiriendo que estás en un avanzado estado de gestación, con una pechuguita o pechuguito a punto de salir del cascarón?
JA JA JA.

¡No me busques las cosquillas, jefe! Simplemente me ha picado a traición un avispón de las Termópilas y no veas la hinchazón que se me ha producido a los cinco segundos. Duele que no veas.

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La caseta del árbol. (Tree house).

– ¡Corre, Nathan! ¡Corre todo lo rápido que puedas!

Fueron las palabras angustiosas y desesperadas de su madre.
Como pudo, alcanzó el jardín trasero. Sus cortas piernas se desplazaban con titubeos. Estaba nervioso. Asustado. Lloroso.
Demonios. Era un crío de ocho años.
Afuera el sol daba de lleno. Hacía mucho calor. Era de día. Empezó a sentir un fuerte escozor en el revés de las manos y en la cara.
A mitad de camino del árbol donde tenía situada entre las ramas la caseta construida el año pasado con la ayuda de su padre, escuchó el grito de su madre.
Fue espeluznante.
Recordó la orden que le dio. Tenía que correr. Trepar a la caseta del árbol. Con suerte ahí podría permanecer escondido. Y lo mejor, protegido por la oscuridad.
Alcanzó la escala de cuerda y fue subiendo.
Los ojos le picaban. Las lágrimas eran ácidas. Las sentía al deslizarse por sus mejillas. Tuvo que entrecerrar los párpados para continuar escalando el árbol.
Cuando llegó arriba, se refugió dentro de la casa, recogiendo la escala.
Nada más ubicarse al amparo de las sombras, sintió cierto alivio en la piel. Aunque sollozaba con ganas. Tenía mucho miedo. Por lo que pudo pasarle a su madre. Notó cierta humedad en los pantalones. Se había hecho pis.
Trataba de permanecer acurrucado en un rincón. El más sombrío.
Al poco llegaron ellos.
Estaban en el jardín.
Dos hombres malvados.
Los que habían entrado en la casa. Habían forzado una ventana de la cocina. Lo hicieron sigilosamente, más que nada para evitar que el vecindario supiese de su llegada. Por lo demás eran sabedores de que Nathan y su madre estaban durmiendo profundamente.
– ¡Niño! ¡Baja del árbol! – le dijo uno de los dos hombres malos.
Estaban ambos situados al pie del árbol.
– Sabemos que estás ahí arriba.
– ¡Venga! Baja con nosotros. ¿No querrás que subamos hasta la caseta para bajarte a rastras?
Nathan se mordía los puños de las manos para no meter ruido. Estaba transpirando copiosamente por el brutal efecto del calor. No podría aguantar mucho rato dentro de la caseta. Aquella oscuridad era artificial. Por los intersticios de los listones de la madera se filtraba parte de la luz solar.
– ¡Niño tonto! Desciende del puto árbol de una vez.
– Eso. Mejor que vengas con nosotros. Tu madre te está esperando.
Las voces eran enfermizas. Malsonantes.
Se apartó un poco de las sombras para verlos de refilón desde el hueco de la trampilla del suelo.
Eran dos hombres vestidos con indumentaria militar. Llevaban cascos, chalecos y botas pesadas.
Uno de ellos se fijó en su cabecita asomando por el hueco, y sin mayor dilación le mostró la cabeza de su madre. La sujetaba por los cabellos.
El hombre malo sonrió con ganas.
– Desciende del árbol, hijito. Y ven a saludar a la cabeza de tu mamá…
Nathan cerró la trampilla, retirándose entre las sombras del rincón donde no accedían los rayos del sol.
El hombre  que sostenía la cabeza de su madre profirió su malestar con insultos.
Nathan notó un fuerte impacto contra la parte inferior de la caseta, cerca de la trampilla.
Le habían lanzado la cabeza de su madre…
– Es cuestión de tiempo… – trataba de calmar a su impulsivo compañero. – Aunque esté cobijado de la luz, el propio calor lo va a freír dentro de la caseta.
– El muy cabrón no se va a bajar del puto árbol.
– Por eso mismo te digo que hagamos guardia con el visor térmico. En cuanto nos confirme que ha muerto, nos marchamos sin tener que ingeniárnoslas para trepar hasta la copa del árbol.
– Puede que tengas razón. Ya nos hemos cargado a su madre. Y la brigada 12 ha hecho lo propio con el padre.
– Está confirmado. Eso es lo bueno de hacer un correcto seguimiento antes de cazarlos. Ese tío tenía la costumbre no de dormir en su casa, si no dentro del panteón familiar. La brigada 12 ha presentado al guarda del cementerio la autorización judicial para penetrar en el recinto a las siete horas. Este les ha entregado la llave de la verja de acceso al interior del panteón y han utilizado directamente el procedimiento del fuego directo.
– Como se disfruta achicharrándolos con los lanzallamas… Aunque yo personalmente prefiero el machete a la antigua usanza.
– Ya entiendo tu sobrenombre de Greg “El Jíbaro”.
– Eso es. No reduzco cabezas. Simplemente se las separo del cuerpo de los chupasangres…
Miró con rostro desafiante a la cabeza femenina tirada al lado de una raíz que sobresalía del suelo. Juntó ambas manos sobre la boca para hacer bocina, dirigiéndose al niño pequeño de la caseta en el árbol:
– ¿Qué tal chaval? Me imagino que te estás asando como un pollo. Tú estate tranquilo, que aquí permaneceremos los dos para impedir que te escapes.
“Cuando nos marchemos, de ti sólo quedarán cenizas…
– No seas cruel con el mocoso. Bastante estará sufriendo ya.
– A mi no me digas. Yo no tengo la culpa que sea un jodido vampiro.

Nuevas versiones cutre "made in Escritos".

Bueno, estimados visitantes de Escritos. Estas dos versiones artísticas de lo más dantescas son muy sencillitas de poder averiguar a las películas que representan. La primera, es un clásico del terror en blanco y negro, mientras el segundo, del cine más contemporáneo, también tiene un huequecito dentro de las películas más terroríficas, tanto en su original japonés, como en la copia norteamericana.


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Empleado Incompetente Merecidamente Despedido de Escritos de Pesadilla. (III)

La maquinaria de fulminar a los empleados más ineficaces de Escritos está en pleno funcionamiento. Más tras la firma de la ya famosa y gozosa Reforma Laboral.
¡VIVA!
¡SE PUEDE DESPEDIR A MANSALVA, Y A BAJO COSTE PARA EL EMPRESARIO!
¡Y SE FOMENTA EL TRABAJO BASURA!
En el caso que me corresponde abordar ahora mismo, condeno a Obdulio Todalavidaski Solteroski, de 235 años, a ser expulsado de mi hacienda y mis tierras para el resto de su risible existencia. Motivos de la rescisión del contrato de manera unilateral por el jefazo, Robert “El Maléfico”:

– Que ejerciendo las funciones de jardinero real, en los 85 últimos años ha dejado de regar mi colección de cactus predilectos desde el segundo día en que fuera contratado, recibiendo las oportunas quejas del delegado de los cactus, Pincho Mucho.
– Que alimentaba a las plantas carnívoras gigantes con hojas de lechuga putrefacta y cacahuetes rancios, causando bajas innecesarias en las dos salidas de emergencia donde están plantadas, que es por donde huyen los visitantes más cobardes y son convenientemente devorados por sus enormes fauces.
– Que en vez de utilizar las podaderas para recortar los setos agrestes del laberinto, prefería utilizar una tijeras de manicura, recuerdo de su mamá cuando era peluquera.
– Que la limpieza de los senderos y recogida de la hojarasca lo hacía cuando le daba la gana, alegando artritis en la joroba al tener que doblar el espinazo.
– Que su conducción cuando manejaba el cortacésped era peligroso para los huéspedes de Escritos, causando la mortandad de un siete por ciento de ellos en los últimos quince años.
– Que su torpe mente le hacía confundir los insecticidas con los sprays moldeadores de cabello, consiguiendo asfixiar a la hiedra venenosa que cubre gran parte de la fachada principal del castillo.

Por lo tanto, disponiendo de un período de prueba de 105 años, sin necesidad de preaviso, informo a don Obdulio Todalavidaski Solteroski, del final de su relación contractual con Escritos de Pesadilla.

JA JA JA
¡A EXHIBIR LA JOROBA EN OTRA PARTE! ¡TOMA YA!


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Versionando a los clásicos del cine, estilo "made in Escritos de Pesadilla".

Pedazo de película de los hermanos Coen. Con actores de la talla de John Turturro, Gabriel Byne, Steve Buscemi, Albert Finney y un interminable etcétera de secundarios de lujo.
Aunque si el guión hubiera caído en manos de Escritos, la trama hubiera variado un poquillo, je je.
Si no, atención al cartelito promocionando la peli en el mundo paralelo del terror y el horror más abyecto…


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¡Oh, no! ¡Nos visita por error uno de los Osos Amorosos Orondos!

Es un miércoles 25 de agosto del espeluznante año 2010.
En un momento de confusión, justo cuando mi ilustre mayordomo Dominique estaba durmiendo su minisiesta nocturna de dos minutos, se nos cuela un personaje nefando:
LUISETE BARRIGUETE, uno de los miembros de la tierna y almibarada serie de dibujos animados de Los Osos Amorosos Orondos.

En ese preciso momento, yo, Robert “El Maléfico”, me encontraba ensimismado en mis pensamientos pérfidos, cuando fui asaltado vilmente por las malsanas intenciones de tan aviesa criatura.

Robert “El Maléfico”: ¡Diantres de cosa sonrosada y redonda cual bola de queso holandés! ¿Quién eres y cómo es que andas paseándote por los recovecos de mi castillo?
Luisete Barriguete: ¡Uyyy…! ¡Cuchi, cuchi…! ¡Soy Luisete Barriguete, de los Osos Amorosos Orondos! Vengo a impartir un cursillo de cariñito y amorcito hacia nuestros semejantes. Enseñaré la mejor manera de aplicar achuchones y abrazos a diestro y siniestro. ¡Cuchi, cuchi…! ¡Qué todos somos una monada de seres tiernos y bondadosos, señor Robert! 

Robert “El Maléfico”: ¡Vale! ¡Tienes toda la razón del mundo! ¡En Escritos de Pesadilla precisamos de un cursillo de esa temática tan ñoña! Anda, pasa majete a esa habitación, que es donde te están esperando los que se han apuntado al curso.
Luisete Barriguete, miembro de los Osos Amorosos Orondos, entra completamente confíado en que sus alumnos van a ser la mar de receptivos ante sus consejos amorosos.
¡Craso error, porque dentro de la sala, tengo al comité de empresa que representa a los zombis deliberando si se acogen a una huelga general por escasez de cerebros en los últimos setenta años! Y claro, sucede lo que ha de suceder cuando una reunión tan importante es interrumpida por un espontáneo tan apetitoso…


Luisete Barriguete: ¡NOOOO…! ¡Socorro! ¿Qué he hecho para merecer esto?


Mientras, la puerta queda cerrada a cal y canto. 
Media hora después, tras una retahila de mordiscos y eructos varios…

Robert “El Maléfico”: ¡Perfecto! Los miembros del comité de empresa de los zombis de Escritos han considerado realizar servicios mínimos durante el período de huelga en vista de que se les ha provisto de un jugoso y suculento cerebro. ¡Desde aquí mismo animo a que más Osos Amorosos Orondos visiten el castillo! ¡Les aseguro que serán recibidos con todos los honores! ¡Y con un montón de cariño, jua, jua…!


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Las fotografías post-mortem en la época victoriana.

Este post no trata de ningún relato mío, ni de nada relacionado con el humor gráfico o los reportajes macabros aderezados con las singulares correrías de mis empleados de medio pelo.
Posiblemente a lectores muy sensibles les cause cierto congojo ver estas fotografías de la época victoriana donde era uso común retratar a los seres queridos fallecidos como recuerdo.
Recientemente, un compañero de la comunidad bloguera, que administra un estupendo sitio web conocido por “Historias de Nuestra Historia”, publicó un artículo acerca de este tema titulado “Las fotografías post-mortem, un recuerdo para siempre…”, cuya lectura es de lo más recomendable.
Sin más, os dejo estas imágenes como testimonio gráfico de una costumbre habitual llevada a la práctica por nuestros antepasados no tan lejanos en el tiempo como pudiera parecer en un principio.


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