(Basado en Hechos Reales. Se advierte de la dureza de las imágenes expuestas a continuación.)
humor
¡Bogus Bogus gastándole una broma infame y malvada a un actor de cine de relumbrón regional!
Bogus Bogus es un cocinero espantosamente repulsivo para el paladar más exigente. Pero también es un bromista de matrícula de honor Cum Laude. Aquí teneis una demostración de su grotesco sentido del humor.
Es un placer acompañarte.
El relato que viene a continuación está dedicado a Costampla, del blog “Achiques y Espacios”.
Al mismo tiempo, hacer la incidencia de cara a mis lectores y seguidores habituales, que la historia en cuestión es de género fantástico. No hay sangre. No hay vísceras. Nadie guisa la cabeza de un panoli por mero placer caníbal. Estamos en unas fechas muy especiales. No se trata de un cuento de navidad, pero si es una pieza llevadera, imbuida de cierto espíritu de “Bienvenido Mister Marshall” si la hubiera dirigido un servidor en vez del genial Luis García Berlanga, ja ja.
Si alguien se desilusiona por el tono del relato, mil disculpas. Os aseguro que en Escritos de Pesadilla los hechos terroríficos retornarán en cuanto Santa Claus sea tiroteado desde un rascacielos de quinientos pisos. Vamos, que casi mañana mismo…
Siempre Lo Mismo es una metrópoli industrial. Ni es desmesurada en dimensiones de tamaño y población como Nueva York, ni escasamente valorada en la magnitud regionalista de una localidad de poco relieve a nivel nacional. La ciudad de la que os hablo, es parecida a cualquiera de tamaño medio que conozcáis. Puede que parecida en simetría a la vuestra, por ejemplo. Y eso es mala señal. Porque si os cuento que en Siempre Lo Mismo se rebelaron las Sombras Humanas, os entrará el tembleque.
Vitalidad Zombi (I). (Zombie Vitality -1-).
Groncho Wyngas era un viudo granjero zombi de 65 años lleno de vitalidad. No tenía ninguna educación escolar, pero siempre disponía de buenas ideas aún a pesar de lo derretido que tenía por dentro el cerebro.
Cómo transformamos a un simple y vulgar peluche en un engendro monstruoso en menos de dos días de dura instrucción militar.
Bueno, nuestros métodos de entrenamiento eran de lo más secretos, hasta el día de ayer, en que se nos infiltró a traición un reportero zombi de la CNN de Pekín.
¡Momentos de Alta Tensión en Escritos de Pesadilla!
Bueno, los lectores asiduos a nuestro pequeño rincón del terror ya son conocedores del terrible atraco que sufrimos hace dos días por parte de un caco desalmado. Cuando Pechuga de Pollo Mutante, mi fiel Guardaespaldas y Agente Implacable de Seguridad estaba a punto de cazarlo, surgió un invitado con cierta tendencia a la glotonería y se merendó tanto al ladrón de villa estrecha, como al saco que contenía el dinero con el que yo, el jefazo de esta empresa diabólica, tenía pensado pagar a mis sirvientes en los siguientes cien años.
La responsable del terrible desaguisado, la Masa Devoradora y Gelatinosa…
Desde ese momento de enorme desdicha, con la Reforma Laboral pegando con saña de boxeador de pesos pesados por todo el país, y por ende en mi castillo con respecto a mis empleados, se vivía una situación de alta tensión y desmoralización generalizada. Menos que tengo a la simpática y supersexy Croqueta Andarina, dispuesta a subir un poco los ánimos a la pandilla con sus lindas y graciosas ocurrencias, je-je.
(clicar en la tira cómica para verla en tamaño grande)
Escribiendo un relato de terror con la ayuda de mi sobrino Gurmesindo
Un gran Eslogan para Escritos de Pesadilla
Aún es muy temprano por la mañana. Acabo de acostarme para dormir hasta la siguiente puesta del sol, y va, y llega Dominique, mi Ayuda de Cámara, para anunciarme la llegada de mi asesor para la inminente campaña de marketing directo, donde se conseguirá que Escritos de Pesadilla sea visitado hasta por niñitos beatos recién destetados. Mi mal humor es visible, pero al final me invade una euforia. Este cochinete vale el peso total de su tocino en oro…
(Clicar en la tira cómica para verla en tamaño grande)
Caso resuelto (frío extremo)
15 de diciembre de 2009.
A escasos días de la llegada del invierno, una ola de frío polar convirtió a la minúscula población de Bristick en adoradores pertinaces del consumo desmesurado de electricidad para mantener sus hogares cómodos y la mar de templados.
Duck Mock, el sheriff del pueblo, no era ningún lince en la materia detectivesca. Su propio nombre le traía de cabeza desde que recibió su propio bautizo en la iglesia de los Redentores Moribundos. Literalmente, que te tildaran de ser un “pato” del que todo el mundo pudiera mofarse, era para ponerse de los nervios*. Afortunadamente, los traumas de la infancia quedaron atrás justo en el momento de hacerse con el cargo de la autoridad máxima y única de Bristick. Y aún así, a espaldas de su figura, los ciudadanos de tan noble localidad tendían a menospreciar su labor. A fin de cuentas, era un sitio habitado por ochocientos treinta y cinco almas. Nunca sucedía nada reseñable. Ni jamás iba a acontecer semejante trance.
O así se deseaba, habiendo en cuenta la nulidad del sheriff para siquiera echar al achispado leñador Bob Wyzenski del bar de Larrigan cuando aquel llevaba tres consumiciones seguidas y sin intención de pagarlas.
Así de tranquila y anodina era Bristick con su patético sheriff.
Hasta la llegada de la ola de frío.
En un principio, el suministro de electricidad quedó cortado justo a las nueve de la noche, cuando todo bicho viviente estaba a punto de irse a la cama con las casas convenientemente caldeadas. Las quejas de los lugareños no tardaron en reflejarse en llamadas a la línea telefónica del alcalde Pat Cresto. Este quiso ponerse en contacto inmediato con el encargado de mantenimiento municipal, pero no hubo manera. Su mujer le dijo al alcalde que David Donaldson aún no había aparecido, demostrándole su suma preocupación por el hecho. Pat Cresto trató de tranquilizarla, aunque finalmente tuvo que colgar cuando la mujer empezó a increparle, llamándole inepto y ladilla de perro callejero. Como lo primordial era recuperar el suministro eléctrico, y el único empleado de mantenimiento se hallaba en paradero desconocido, el alcalde se vio en la necesidad de recurrir al sheriff. Era conocedor de la pérdida de tiempo que iba a suponer aquel gesto, pero no tenía a nadie más dispuesto a escucharle más de diez segundos seguidos antes de colgarle el teléfono.
Duck Mock era hombre soltero, de cincuenta y tres años. Aparte del nombre poco agraciado, su aspecto físico tampoco imponía mucha autoridad. De chico fue un niño enfermizo, que se pasaba la mitad del año escolar en casa, reponiéndose de catarros, gripes y todo tipo de virus que le dejaban a uno más pachucho que la salud de un explorador en plena selva virgen aquejado de fiebres palúdicas. Una vez llegado a la edad adulta, Duck seguía siendo muy proclive a ponerse malito, y de hecho, en los cinco años que llevaba ejerciendo de sheriff, llevaba acumulada una quincena de bajas por enfermedades comunes.
En esta ocasión, para buena suerte del alcalde, su sheriff estaba igual de sano que una foca adiestrada ejecutando con notable pericia su número con el balón sobre el morro en el circo de turno.
– Dock. Ya estarás al corriente del corte del suministro eléctrico. Todo el pueblo está a oscuras y sin calefacción.
– Es cierto. Ahora que lo dices, cuando estaba a punto de ponerme el pijama, se me apagó el radiador. Jolines – le cortó Duck, molesto por el tema.
– No eres el único, hijo. Ya te digo que todos los vecinos están llamándome por el teléfono, con quejas y amenazas. Encima he querido contactar con David Donaldson, que es el único que entiende de lo que hay que tocar en la central eléctrica, y me dice su mujer que no sabe dónde anda.
– David está en el lupanar de la señorita Julia. Lo sabe todo el pueblo.
– Ya, menos su esposa.
– Y mira que es guasa. El año pasado pilló la gonorrea, y la tía se pensó que era porque David no se duchaba con la frecuencia necesaria.
– Bueno, a lo que iba. Tienes que localizarlo y traerlo aquí, aunque sea a rastras. Como no vuelva la corriente en menos de una hora, las cosas pueden llegar a ponerse feas.
– Ya. Bueno. Para eso estoy yo, señor alcalde.
– Si. Se supone, Duck. Pero espero que no llegue al extremo que tenga que pedirte que me custodies la casa para evitar que el populacho me linche.
– Hombre. Eso no ocurrirá, señor Cresto. Ahora mismo me pongo el uniforme, voy a por David, lo llevo a la central eléctrica, y en media hora las casas volverán a estar calentitas. Y yo me podré poner el pijama de nuevo para irme a la cama. Que tengo un sueño, que no veas – enfatizó Duck al alcalde, completamente convencido de la sencillez de la misión.
Pat Cresto colgó el auricular con menos confianza en su sheriff que si tuviera un chihuahua como perro guardián en la entrada de su propia casa.
*****
David Donaldson estaba con la negra. Había estado instalando las luces decorativas de navidad por las calles del pueblo. Un trabajo de chinos. Y cuando por fin había pensado poder quitarse toda la tensión acumulada en el cuerpo pasando un rato divertido con alguna de las chicas de la señorita Julia, se llevó la desilusión de su vida al ver el burdel clausurado y en cuarentena por un brote de sífilis aviar. Al parecer las visitas de unos granjeros procedentes de la Feria de Gallinas y Patos de la semana pasada habían contagiado a casi todas las eficientes empleadas de la señorita Julia. Diantres, ya era mala pata.
Con las ganas que tenía de descargar sus ímpetus fogosos.
Irritado y cabreado, abandonó las inmediaciones del local, encaminándose hacia la Central Eléctrica que iluminaba al pueblo. Aparcó el coche y se dirigió al acceso. Tenía que eliminar estrés. Si no lo hacía, podría llegar a casa y darle por coger el hacha y cortarle la cabeza a su Teresa, y claro, eso no estaría bien visto.
Fue entrar en la pequeña caseta, cuando vio aquello.
Estaba a punto de enchufarse al generador central. Al menos tenía las tenazas del principio de sus extremidades cerca de los diferenciales. Porque aquellas manos eran tenazas metálicas. Jesús. No podía ser posible. Era una puñetera lata de hojalata con patas, brazos y cabezota. Una especie de robot.
– ¿Qué coño vas a hacer? – gritó David de manera imprudente.
El robot giró con dificultad la cabeza hacia la figura del humano. Sus ojos eran del tamaño de dos tortitas de maíz, carecía de orificios nasales y la que parecía ser su boca estaba torcida hacia abajo, magnificando su odio hacia la raza humana.
– Necesito energía. Estoy agotado – le contestó con voz metálica y fuera de si.
– No puedes hacerlo. Si metes tus zarpas en los diferenciales, vas a dejar al pueblo entero sin electricidad.
David Donaldson vio el hacha de incendios colgando cerca del alcance de su brazo derecho.
El robot estaba harto por la intromisión del humano, y sin darle tiempo a reaccionar, fue en pos de David y con ambas tenazas le desgajó la cabeza del tronco, con el chorro de sangre de la yugular embadurnándole el pecho.
Acto seguido retornó al generador, y sin más preámbulos, tomó posesión de toda la energía necesaria, sumiendo al pueblo en penumbras y dejando las viviendas más frías que las tumbas de los muertos.
Un poco antes de marcharse, el robot pudo percibir la cercana presencia del vehículo oficial del sheriff de Bristick.
*****
El alcalde estaba más nervioso de lo necesario. Los vecinos estaban arremolinándose ya en los alrededores de su casa, dispuestos a obligarle a salir para darles una explicación por la falta del fluido eléctrico. Enarbolaban teas encendidas y estacas, pareciendo dispuestos a propasarse con las propiedades del máximo representante de la localidad.
Estaba mordisqueándose las uñas, cuando recibió la llamada telefónica del sheriff.
– ¡Dios Santo! Ya era hora que tuviera noticias suyas. La totalidad del pueblo está harto de no tener electricidad y de pasar un frío del carajo – dijo, implorando que Duck le diera una buena nueva respecto al apagón general en Bristick.
– Para eso están las chimeneas, digo yo.
– Jesús, sheriff. Acuérdese que este invierno está prohibido cortar leña. Es el Año del Bosque, caracoles.
– Pues esta noche habrá que conceder permiso a los leñadores. Al menos con carácter excepcional.
– ¿Y eso?
– Pues que no tendremos electricidad por lo menos hasta mañana, que vendrán los de la compañía eléctrica.
– Pero tenemos a David Donaldson.
– Lo teníamos, señor alcalde.
– ¿A qué se refiere?
– David Donaldson es historia. Por lo que he podido deducir, en un acto de locura transitoria, al averiguar que el local de la señorita Julia estaba cerrado bajo ordenanza sanitaria por el brote de sífilis aviar de la semana pasada, ha perdido la cabeza y se ha suicidado en la central eléctrica, electrocutándose. Por ello nuestra localidad se ha quedado sin corriente que lo alimente.
– Me deja sin palabras.
– Y lo de perder la cabeza se lo digo en sentido literal. Se ve que la propia sobrecarga tuvo salida por su cabeza, y se la arrancó de cuajo.
– Madre santísima, Duck. Me deja sin otra alternativa que conceder las licencias a los leñadores.
– Ya le digo que será sólo por esta noche. Cuando vengan los de la compañía eléctrica, me imagino que reestablecerán la corriente en un periquete.
– Ya, pero, ¿y qué le diremos a la mujer de David?
– Bueno, eso es tarea suya. Yo sólo soy el sheriff. Bastante es que le he resuelto el caso.
*. Duck es “pato” en inglés, y Mock, “burlarse” igualmente. (N. del autor).
Soliloquio fantasmagórico
osado y trasnochador lector, de insomne tránsito nocturno por la médula espinal emblemática de la recurrida ensoñación onírica que habría de procurarle a usted el oportuno y merecido descanso funcional a la red operativa de interconexiones neuronales, víctimas directas del infatigable desenfreno intelectual al cual son dedicadas por mor de su tangible y voluminoso cerebro de mosquito… Su pasaje en Aerolíneas Pesadillas, un valium.
Je-je…
Perdone mi mordacidad. Me divierto sobremanera sacándole defectos a cada ser humano viviente que me dirijo.
¿Que usted se considera sumamente inteligente, a la par que incrédulo, como para creer en las presumibles manifestaciones y visitas ignotas procedentes del MÁS ALLÁ?
Mi admirado contertulio; no se deje usted arrastrar por la vanidad y el egocentrismo más patético, que pueda que llegue a ennoblecer las virtudes de un monarca déspota, o reverdecer la mano dura de inflexibilidad orlado de pragmatismo que reviste en abstracto la CARADURA – dígase deseos materiales, tráfico de influencias, prevaricación a mansalva, etc…, que a otra cosa no me refiero – de todo dirigente politiquero que pulule por los dos hemisferios del globo terráqueo, que usted sólo desempeña la función altamente insustancial de la Unidad Laboral Obrera firmemente arraigada en el proceso de productividad económica e industrial que asola al país cual tifus malayo en la salud pachucha de un intrépido explorador del National Geographic de ochenta añitos de edad madura.
¿Que se autoproclama dichoso por no formar parte de la gran cola del paro? ¿Que da saltos de alegría por su grado de ex-socio honorífico del “INEM Fútbol Club”?
Me enternece usted. Una lagrimilla espectral inicia su recorrido pernicioso por el cutis sensible de mi mejilla derecha, más veces retocada por el maquillaje que la almohada sobre la que usted reposa la nuca. Procede del rabillo del ojo, ¿entiende? Y en tanto prosigue su curso facial, su simple contacto quema como el ácido. Los síntomas sensitivos son tan evidentes…
Oh, ya sé de antemano que su profesión no tiene nada que ver con la rama de la medicina general. Ya me he enterado de buena fuente que es usted un frío, calculador, histérico y coleccionista de amagos de ataques de miocardio como todo buen corredor de bolsa que se precie.
Dejando de lado la insipidez del mundo bursátil en que usted se mueve durante la franja horaria diurna, durante el cual el que le habla prefiere permanecer en el letargo más estricto, secreto y bien medido, distinción que merece los desmedidos elogios de parte de LA FECUNDA ENTIDAD QUE RIGE EL DESTINO DEL “Homo Sapiens Sapiens”, hasta que llegada la consabida medianoche en que la razón de mi ser me impulsa a atravesar el conglomerado de hormigón armado, ladrillo sueco y escayola oriental que conforma el tejido arquitectónico de la pared más cercana al lecho que usted ocupa en este preciso instante, guarda relación directísima con el defecto que más indispone a la FECUNDA ENTIDAD que BLA, BLA, BLA…
Ya advierto que tiene un nombre de interminable grandilocuencia, pero comprenda usted, es que se trata de la FECUNDA ENTIDAD QUE blo, blo, blo; omnipresente y dueño de todo el orbe, capacitado para hacer trizas la Vía Láctea como quien pincha con una aguja un globito de feria. Por tanto me es terminantemente prohibido referirme a ÉL por su sucinto nombre de pila, y muchísimo menos hacer uso del diminutivo, una mala y vulgar costumbre que, por desgracia ustedes, los humanos de carne y hueso, reiteran y hasta trivializan en contumacia infinita, aderezando cada acto social y de reencuentro de viejas y azarosas amistades con uso de aspavientos y berridos diversos, para desgracia de las cuerdas vocales, conminadas al deterioro más prematuro.
… compréndalo; si obrara de igual modo que ustedes, consintiéndome la “boutade” de mencionar a LA FECUNDA ENTIDAD QUE blu, blu, blu, bajo el peyorativo alias de “TÍO PACORRO”, el susodicho Hacedor y Regidor del destino de todos nosotros, “aparecidos” inclusive, dejaría de pesarse apaciblemente en la báscula de sus aseos personales, ensimismado en la pérdida matutina de unos gramos de realidad adiposa que le afean el regio abdomen, y agarrando la esfera terrestre por sus dos polos, la aplastaría entre mano y mano. Una milésima de segundo de tensa espera y
¡PLAAAFFF!
los cinco continentes y sus correspondientes océanos y mares a hacer puñetas, sin olvidar en el tintero la regresión evolutiva de las especies. Desolador panorama, ¿verdad?
Ya atisbo que mi tesis ultraterrenal y sincera sobre el amago del FIN DEL MUNDO ha surtido un efecto devastador sobre su conciencia de depredador racional, defensor firme de la supervivencia de la Ballena Gris y sin embargo, haciendo curso de su ambivalencia moral, se me muestra digno amante a ultranza de las decapitaciones a galope tendido de los ánades reales de Villa Panza de la Solaneta. Me lo imagino vestido con calzones cortos de turista metropolitano visionando el desenfrenado desboque sanguinario de los jinetes, espada en ristre, al inicio de su cabalgada, contrastado por la presencia de la cabezuela del pato en estado salvaje atado por las patas al extremo saliente de un poste con aspecto patibulario de horca para cuatreros. Y resumiendo esta edificante afición ecuestre, he aquí la siguiente igualdad que todo lo resume:
BÍCEPS = ESTULTICIA = TROFEO DE IMITACIÓN DE PLATA (no de ley)
… le soy ameno,
pero a la vez impertinente.
Magnífico. Un acicate más para perseverar en el desvelo intempestivo de su psique. Eso si, le recomiendo que deje usted de darle vueltas al prolijo texto del libro acunado en su regazo. Sí, hombre, el mamotreto titulado “DE LA ENERGÍA NUCLEAR Y SUS MIL SERVICIOS (a favor y en contra de la humanidad)”, abierto por las páginas 456-457. Por cierto, no entre en disquisiciones tendenciosas sobre la radioactividad y las fisiones nucleares rusas, pues dado mi vasto nivel de autosuficiencia bibliófila, le constato que estoy harto enterado de todo cuanto se cuece en cada hoja reciclada de tan voluminoso tomo, y no por ello pretendo alentar una conferencia teórica/práctica/técnica de dudosas consecuencias secundarias para la capacidad comprensiva de su embotada y obtusa materia gris.
Espero que no se me catalogue usted como una ferviente alma sensible, dado que este nuevo e incisivo golpe bajo que le he propinado podría llegar a afectarle en el futuro de su vida rutinaria, donde la sosería de su ridícula personalidad rivaliza en defectos y desaciertos con la chulería inmensa de su ALTER EGO.
Dígame, mísero de entre míseros de fabricación en serie, ¿en cuántas ocasiones se le ha sido presentado una individua del sexo opuesto, de indudable “glamour” veinteañero y relevantes conocimientos académicos, y por toda ocurrencia dialogante que implicara la ineludible conexión química que habría de emparejarles, aquella versara sobre los maravillosos resultados de sujeción pezonera de la dichosita “wonderbra”, que dicho sea de paso, encajaba de perlas con el apreciable busto de la interlocutora en cuestión?
Yo se lo diré: UN ROTUNDO Y DECADENTE FRACASO PRE-AMATORIO.
La impericia sociológica propia de los mediocres más abyectos en la materia de las relaciones sentimentales pasajeras. ¿Que padece usted el complejo de Edipo? Pues brame en contra de la naturaleza posesiva de su anciana y depauperada madre.
INDEPENDÍZASE.
CONTRAIGA VOTOS DE EMANCIPACIÓN.
LIBÉRESE DEL CORDÓN UMBILICAL QUE PERSISTE EN SU LIGADURA CON EL ÚTERO MATERNO.
Alquile un pisito de altas prestaciones y alcurnia en la urbanización campestre más alejada de la ciudad y concierte una cita a ciegas con una papaya fresca y jugosa que le haga despertar la libido. Y de paso llévese consigo un guión de cine (rechazado en sus tiempos por Orson Wells) en la línea de “MÁTAME O MUÉRDEME, PUES SI NO TE PRODUZCO NINGÚN DESVARÍO PECAMINOSO, AL MENOS ÁSAME A LA PARRILLA COMO MERA HAMBURGUESA (que no se airee por ahí que no sirvo ni para desenroscar el tapón de una gaseosa)”.
Disculpe lo rebuscado de la frasecilla de marras, pero comprenda usted que aquí, en España, la elección del título de cada producción de cine foránea se toma de manera libre formalizada por el afán de lucro de las distribuidoras, que de ésta forma dan a entender al impresionable público que la cinta en cuestión es más truculenta que el hallazgo y posterior captura de un zafio asesino en serie en la sierra del Guadarrama. Que la referida película se titule “DEF BY TEMPTATION” en la versión original de la Troma Productions en principio no nos dice nada.
… desenmascaremos nuestras tendencias o predilecciones más atávicas relacionadas con el entorno del mundo del celuloide. A mí solían encantarme las producciones cinematográficas de exiguo presupuesto, guión escrito y corregido día a día y elenco artístico semi-desconocido, sin el boato actual de las carretillas cargadas de millones y la publicidad encubierta de las estrellas del firme de la Avenida de Hollywood. En pocas palabras, los “filmes” de serie B ó Z. De la época de posguerra. Epígrafes comerciales tales como “EL DUPLICADO QUE VINO ALLENDE EL ESPACIO EXTERIOR”, “DULCE EXCRECENCIA MARCIANA”, o “EL HOMBRE INFECTADO POR INSIDIOSOS GRANOS PURULENTOS”, se me han quedado grabados en la retentiva a golpe de talla de escalpelo cirujano.
Pero apartemos la brutalidad de la lobotomía y centrémonos en sus gustos personales. Rememore conmigo las secuencias más impactantes proyectadas en la pantalla de su cine de barrio cuando usted no era más que un tierno infante que integraba parte interesada de las sesiones de tarde. Revivamos el suspense del acto en sí. Las imágenes semiborrosas en blanco y negro, mutando sobre la blanqueada lona que hacía su vez de pantalla. Las trepidantes melodías y acordes descriptivos de las bandas sonoras. Los susurros, ahogos y gritos emergentes de las cuerdas vocales de cada uno de los protagonistas. Las onomatopeyas súbitas y reales: el chirrido resentido de las ruedas de un coche al frenar en seco al borde de una curva cerrada trazada al límite del abismo de un barranco rocoso; los estampidos ensordecedores de una arma automática al escupir sus proyectiles segadores de toda vida palpitante; la desolación de una vivienda de hacendados venidos a menos, crepitante e iluminada en plena noche, devastada por la liturgia combustible de las llamas flamígeras; el rugir descarnado del viento “Simún”, asolando la tienda de campaña de unos ingenuos excursionistas de segunda fila.
La condensación de todos estos hechos o sucesos metiéndole a usted y al resto de la clientela mocosa el miedo más puro y duro en la osamenta. No hay más que escrutarle ahora a fondo perdido. Los vestigios más perturbadores de su lacónica infancia rebrotan con la fuerza destructiva del huracán María, instaurándole las marcas y cicatrices indelebles de la desazón perpetua en la palidez ajada de su rostro alargado.
Tez demacrada. Labios exangües, con el asomo de la punta de la lengua por el intersticio que separa la raja de la boca. Manos inertes y flojas, sujetando el libro medio abierto con la ansiedad reprimida del águila real al acertar en su décima acometida sobre el desvalido cuerpecillo asustadizo de un ratoncillo de campo…
… y los ojos.
Saltones y con las pupilas alarmantemente dilatadas. Ni siquiera pestañea usted un poquito.
Espere que compruebe un dato. Veamos si al pincharle el blanco del globo ocular derecho con la punta de la plumilla dorada de su pluma estilográfica (regalo en conmemoración de su 46 cumpleaños por Edelmiro Conejo, ese empleado suyo que con tanta frecuencia la pasa la mano por el lomo, ansiando ascender como si fuera un equipo de fútbol de segunda división)…
Nada. No siente ni el menor dolor. Ni AULLA, ni REBRINCA de placer masoquista. Y persiste en sus trece de no parpadear.
Espere un segundín.
… no – no – no…
Usted está sobreactuando, ¿verdad?
Desea exponerme su disgusto por mi presencia atosigante, ¿no? Lo hace usted muy bien, de veras. Si no fuera porque nunca acepto los diagnósticos fúnebres de los médicos forenses, estaría por catalogarle como un ejemplar de lo más selecto en la MUESTRA UNIVERSAL DE LOS SERES PATITIESOS.
… venga, hombre.
Su demostración “rigor mortis” está medianamente lograda, pero por mucho que se me empeñe, no me va a hacer creer que esté clínicamente…
MUERTO.
Si es necesario, pasaré la noche entera haciéndole compañía.
A ver quién de los dos termina dando su brazo a torcer.
Así de paso proseguiré criticando su modus vivendi, socavando el desarrollo gemelo de su otro YO…
Si con toda esta energía psíquica negativa no consigo traumatizarle de por vida, LA FECUNDA ENTIDAD QUE ble, ble, ble, no tardará un rechinar de dientes en degradarme en el escalafón de los “ULTRATUMBIS NEUTRA”.
Le recuerdo la máxima de la FECUNDA ENTIDAD QUE bli, bli, bli:
“Ay del ESPÍRITU ERRANTE que no llegue a divertirse ultrajando a la FUERZA VIVA,
pues su AURA CRANEAL vagará eternamente por los vestuarios
deportivos de un equipo de la liga de balonmano de cuarta regional.
Y no digamos del INÚTIL – con mayúscula – que desgracie con
demasiada anticipación al objeto de su evasión mundanal,
pues no hay peor castigo que ser deportado a
GROENLANDIA, donde los escasos nativos son tan fríos
y evasivos en el trato paranormal, que es preferible
ser absorbido por las perniciosas intenciones de una médium archiloca,
inmersa en pleno trance espiritista, o en menor medida, canalizar
nuestras partículas ectoplasmáticas en la mente esquizofrénica
de una niña presuntamente poseída por un DIABLO ARCANO.”
… en torno a este precepto nos guiaremos…, a menos que sus ondas cerebrales hayan cesado hasta convertirse en una transmisión estática, extremo que no creo plausible…
Que se le ve el plumero, insaciable lector de obras plomizas…
Je – je
Bla – bla – bla…
Por cierto, mueva un músculo, hombre, que me está poniendo quisquilloso.
Bla – bla – bla…
Vaya vista más perdida en el vacío. Pero en fin, yo a lo mío…
Bla – bla – bla…
Esto es insoportable. Como no empiece a respirar en un periquete, le zarandeo la cama.
Bla…
No puede ser posible. Es inadmisible. Ya lleva usted tres horas más tieso que un pilote de cemento.
muévase…
realice cien flexiones…
separe los labios…
frunza el ceño…
cierre las dichosas tapas del libro…
dígame algo…
no me atormente de esta manera tan poco edificante…
va a conseguir que claudique por las bravas.
¡Ay, mamá…!
este sujeto está muertecito en el contexto más amplio de la palabra…
MUERTO DE MIEDO
ja -ja
¡Dita sea! ¿Qué hago ahora…?
“PASCUALINOOOO…”
“CONTÉSTAME, PASCUALINO-OOO”
si… ¿si, mi ESTIMADA FECUNDA ENTIDAD QUE bla, bla, bla…?
“¿TE SUENA DE ALGO EL PEÑÓN DE GIBRALTAR?”
– …
“¿ME OYES, PASCUALINO?”
Algo sí que me suena, AMO MÍO…
“PUES YA SABES CUÁL SERÁ TU LABOR A PARTIR DE AHORA.”
Ha – ¿hacerle la vida ingrata a un colono británico tal vez…?
“QUITARLES LOS PIOJOS, LIENDRES Y DEMÁS PARÁSITOS
A LA POBLADA PELAMBRERA DE LOS MONOS
AUTÓCTONOS.” 1.
¡¡ … !!
1.-) N. del A.: En Gibraltar existe una colonia de monos que hace, deshace y causa las delicias y resquemores a partes iguales de turistas y nativos.