Te odio tanto que deseo tu muerte. (I hate you so much I want your death).

Este relato va dedicado a la administradora del blog Solo de Interés. Es lo menos que Escritos puede hacer por su vídeo colgado en youtube con motivo del Día del Blog. 



– Tu odio tiene que ser irremediable sobre la persona que deseas que practique la maldición.
– Así es.
– Está bien. Mi conciencia está tranquila. Espero que me hayas traído algo personal del sujeto al que deseas la mayor de las desgracias posibles.
– Si. Fue muy fácil conseguir un mechón de cabello.
– Es una muestra muy abundante de pelos.
– Tiene alopecia. Se le acumula en la ropa. No crea que lo até con cuerdas y le pelé la cabeza.
– De acuerdo. Empezaré con el rito condenatorio del desgraciado en cuestión.
– No emplee ese adjetivo. Este es un cabrón de los grandes.
– Tus dos mil dólares silencian mi opinión más sincera.
– Más te vale, bruja de los demonios.

Un conjuro condenatorio.
Seguido del deseo de la muerte de un compañero de trabajo.
La hechicera enterró los cabellos en la tierra maldita de los suicidas.
No habría modo de eludir la mayor de las desgracias prematuras.
Tenía simplemente treinta y dos años.
Casado.
Con dos hijas pequeñas.
Aún así deseé su muerte.
Por envidia.
A los pocos días cayó enfermo.
Un mal que los médicos  no supieron diagnosticar a tiempo.
Su enfermedad fue incurable.
Sufrió durante  meses.
Murió en la intimidad.
Mientras, yo conseguí su puesto.
Fui ascendido y agradecí a la bruja sus dotes con quinientos dólares adicionales.


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