Crónicas desde Bordelandia (localidad fronteriza con Escritos de Pesadilla).

Bordelandia. La ciudad donde sus habitantes jamás tienen un día bueno, una sonrisa equivale a un dolor de barriga permanente, y un halago hace surgir un grano en el culo del tamaño de una sandía de veinte kilos…

“Opinando acerca del TERROR.”

¿Zombis descafeínados? ¿De dónde sacarán estos dos semejante opinión?
Que yo sepa, los zombis de Escritos de Pesadilla son de primer nivel. Para muestra, un botón: 

¡Gracias a Conejito Zombi, cenamos una vez cada medio año!

Es triste el tener que reconocerlo como Jefe Supremo de mis dominios malignos, amén como administrador principal y único de Escritos de Pesadilla: la Crisis que azota a los seres mortales, también nos ha alcanzado a nosotros, criaturas de podrida y nauseabunda vida eterna. Pasamos días y días sin poder probar bocado, noches de insomnio sin degustar un buen vaso de vino tinto en tetra brik, semanas sin deleitarnos con la bollería industrial, meses comiéndonos las uñas de los pies tratando en vano de engañar al estómago. Si no fuera por la colaboración desinteresada de Conejito Zombi en nuestra más reciente visita semestral al Hipermercado El Goloso Delgado, esta noche volveríamos a pasar hambre…



¡Pechuga de Pollo Mutante! ¡Nunca se te ocurra hablar en sueños!

Una sincera recomendación del mandamás de este rinconcito detestable de lo más sombrío, es decir, Robert “El Maléfico”, a uno de sus lacayos mejor remunerado…


"Especial Halloween 2011": Comedor Social Para Ciudadanos Excepcionalmente Hambrientos.

“Si esperas un pollo, te darán un hueso en un tazón con agua caliente, a lo que considerarán sopa. Luego firmarás en el registro de asistencia, para que te den como postre un chicle. Así al salir del comedor social, la gente de bien te verá masticando y pensarán que esa noche podrán dormir tranquilo, pues con sus donaciones e impuestos, tu estómago no protestará en el resto del día, debido a tan espléndida comilona.”
Sir Crogan Heavy Belly (1851- 1912), fundador de los comedores sociales del norte de Londres, donde cientos de mendigos y ancianos acudían hambrientos, para luego salir farfullando imprecaciones celestiales de nulo agradecimiento.


¡Y no digamos lo necesarios que son en 
plena epidemia Zombi!