“¡Ay, lechosa esfera que surges de entre los nubarrones del norte! Cuando quedo iluminado por tu halo…, me suenan las tripas y encargo una pizza de tres quesos por el teléfono móvil.”
Robert el Maléfico
Si bebes, no conduzcas una apisonadora…
Primero la nota clavada con chinchetas en el tablón de corcho dedicado a informar de las tareas diarias de mis empleados.
La defunción de Freddy Crujiente.
Estoy que muerdo el trasero abominable de un hipopótamo del Orinoco con diarrea.
Hasta ahora podía presumir de tener mi sitio ejemplarmente controlado por mi fiel guardaespaldas Pechuga de Pollo Mutante. Por desgracia, tal garantía de alta seguridad infalible por la ingente cantidad de dos euros y medios mensuales (que es el sueldo desproporcionado de mi mencionado empleado), ha sido quebrantado por la vil ausencia de Pechuga…
En primer lugar, tengo que exponer el motivo de mi desazón, con la exposición del anuncio surgido en la sección de deportes del “Diario Navarrico Jodidico”.
¡Bronca de Tomo y Lomo para el Jefazo! (Más o menos).
¡La herencia de Pechuga de Pollo Mutante!
Cuando menos lo esperas, la tormenta cesa y los rayos solares iluminan la cabezota, que no el cerebro, de uno de mis empleados…
¡El verdadero padre adoptivo de Pechuga de Pollo Mutante!
Bueno, una primicia gorda en Escritos de Pesadilla, que afecta de manera descarada al buenazo de Pechuga de Pollo Mutante, je, je.
Pechuguita de Pollo Mutante, con su nuevo papi adoptivo, La Hamburguesa Gigante del Maxi Burger de Fat City, Illinois. |