Especial VERSIONES MADE IN ESCRITOS DE PESADILLA de Halloween.

Dos obritas de teatro a cargo de los personajes principales de mi castillo del horror. Pinchad en cada enlace situado debajo de cada reacción airada de Pechuga de Pollo Mutante, disfrazado para la ocasión de Abraham Lincoln.



¡Halloween en Escritos!: “LA LEYENDA FALSA DEL IRLANDÉS GOLFO”.


Nunca pases por debajo de una escalera

Code Dumars era un hombre de cuarenta años sumamente delgado y enclenque. Era conocido en el East Side de Manchuria City como don Espagueti. O Mister Fideo. En ocasiones como Esqueleto Andante. Vamos, que el señor era tan famosillo casi al mismo nivel del alcalde. Y Code comía de manera sana sus verduritas, su pescado y su carne, amén de pasta italiana, pero no había modo de que midiendo metro setenta pudiera pesar más de cuarenta y dos kilos.
Hasta que un día se le antojó cruzar por debajo de una escalera.
Mira que se decía que realizar semejante maniobra era buscarse mala suerte a tutiplén. Pero Code estaba pensando en desvaríos tales como si seguía en los puros huesos por más tiempo, iba a morirse soltero y sin nadie que le añorara.
Así que dio los pasos necesarios para cometer imprudencia tan innecesaria.
– No debiste hacerlo – le llegó una voz aflautada detrás de su espalda huesuda.
– ¿Que no debí qué? – replicó con una interrogante.
Se dio la vuelta y se encontró con un personajillo de medio metro de estatura, tez rojiza, cola prensil y cornamenta presidiéndole el cráneo. No llevaba tridente alguno. Simplemente portaba una berenjena en la mano derecha.
– Cuando se hace lo que acabas de ejecutar al atravesar una escalera por su parte inferior, corresponde padecer una racha de pésima suerte durante doscientos cincuenta años.
– No me digas.
– Normalmente sucede eso. Lamentablemente el instrumento catalizador de los estropicios ajenos está fuera de servicio por una larga temporada, así que se recurre a los métodos de la época de Maricastaña.
– Jolines.
– Modere su vocabulario, caballero. En este caso, servidor, Gordofeo Gordinflas, demonio menor del averno de la sala 14 está capacitado para darle a usted su merecido al haber tentado los efectos supersticiosos de la escalera en cuestión.
Code miraba al diminuto diablillo con una sonrisa en los labios.
– Me está insinuando que usted se va a encargar de traerme la mala suerte a casa – dijo, fingiendo algo de pesar.
El demonio sonrió con peor talante.
– Nada de eso. Prefiero romper moldes. Voy a echarle otro tipo de maldición.
“Usted está flaco.
“Pues a partir de ahora lo quiero ver gordo.
“Sus carnes redundarán en abundancia – sentenció Gordofeo Gordinflas.
Code se llevó las manos a la barriga más que plana.
En ese mismo momento le asaltó un hambre atroz.
– Jesús. Me suenan las tripas mala cosa – se sinceró.
El diablillo señaló con la berenjena hacia una dirección.
– Tiene usted un local de comida rápida a la vuelta de esa esquina – le alertó.
– Perdone que le deje. Es que tengo mucho apetito – recalcó Code, alejándose a la carrera.
Gordofeo rió a mandíbula batiente.
No había nada como una sentencia maléfica a la antigua usanza.

Medio año más tarde del encuentro de Code Dumars con el discípulo menor de Lucifer, el caballero continuaba midiendo el metro setenta, pero había pasado de pesar cuarenta y dos kilos a ciento treinta.
Su nuevo mote…
Boeing 747,
por lo voluminoso que era.