“Juguemos a las canicas” es uno de los primeros relatos cortos publicados en el nacimiento de Escritos de Pesadilla. Como suelo hacer ocasionalmente con las historias antiguas, le brindo una segunda oportunidad para ser disfrutada o maldecida por ustedes, mis leales y viscerales lectores, je, je. El texto no ha sido necesario retocarlo, pues he observado que no lo precisaba, pero sí el envoltorio, acompañado de tres ilustraciones. En fin, es la hora del recreo escolar. El momento de entrechocar las canicas…
“Juguemos a las canicas.”
Escalofriante. Las ilustraciones son perfectas para el contexto. P.D.: te convendría haber revisado el texto je, je. Cuando hablas de la profesora “avisado” por el bedel.
Me gustaMe gusta
Wow. Las apuestas son muy malas!. …Me gusto el detalle que fuese albino.
Me gustaMe gusta
¡¡Impresionante y horrible final inesperado!! Pobre niño, que destino tan terrible ha tenido solo por una partida de canicas.
Me gustaMe gusta
¡Hola, Sechat! Gracias por el comentario y por el aviso por el fallo en el género femenino del verbo, ja ja. En fin, esto de no ser un literato renombrado, donde en su editorial correspondiente le corrigen los fallitos (utilizo el corrector del Word, pero aún así se cuelan gazapos, :(). Ya está corregido. Recibe un fuerte abrazo y una sonrisa complaciente de vampiro abochornado. 😀
Me gustaMe gusta
¡Hola, BELLARTE! Las apuestas son pésimas cuando se pierden, y más si es la edad propia la que está en juego, glup.Lo del pelo albino a que recuerda un poco a los gemelos albinos de la segunda parte de Matrix, ja ja.Un saludo gordo desde el Abismo Insondable de Escritos. 😉
Me gustaMe gusta
¡Hola, Nerea! Así es, chica. Además, ya te digo, es uno de los primeros relatos de Escritos, donde ya se deja patente el eslogan de “En Escritos nunca se verán finales felices”, o “happy endings” como se dice en mi país de origen.Un abrazo y disfruta de un chocolate con churros duros de lo más virtual. :))
Me gustaMe gusta
Y después se fue a jugar con la duquesa de Alba…terrorífico, menos mal que a mi lo de las canicas siempre se me dio mal y sólo jugaba, digo perdía, con los que conocía… :-)Salu2
Me gustaMe gusta
Hola, Markos. No, el niño Zombi se fue más tarde a por una transfusión de sangre para perder parte de la palidez familiar, ja ja.Yo de pequeño casi ni jugaba. La realidad es que las canicas no me molaban, y mira que en el recreo, jugaban todos los chicos. Yo pergeñaba relatos malísimos de terror, para espanto de la maestra y del bedel.Un saludo terrorífico desde Escritos, compi. :))
Me gustaMe gusta
Un relato estupendo, igual que el resto del blog.
Me gustaMe gusta