¡No se puede permitir tener un cocinero enamorado!

Como diría cualquier solterón de vida eterna: “amores pegajosos, para las lechuzas y los osos”.

Unos minutos más tarde en el Pozo de la Muerte:

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Mi cocinero Bogus Bogus vilmente enamorado.

En cuanto te descuidas, surge un leve hilo de amor en mi infernal sitio, y yo, Robert “El Maléfico”, sin poder impedirlo, snif, snif…

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