No hay nada como acudir a la residencia de ancianos “Junticos Pero Nunca Abandonados del Todo” en la visita que realizo cada quince años para escuchar los recuerdos del abuelo Reginaldo. Por cierto, ya tiene los 137 años. Está más sano que una pera limonera, el muy jodido…
Un sorprendente giro de acontecimientos esa cena, por lo que se ve… ¡¡Sobre todo para el pobre Segismundo, ja ja ja!!
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Nerea, el abuelo me comentó que después salieron de marcha hasta las cuatro, ja ja. Eran otros tiempos. 🙂
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Cool!
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