El silencio del pintor

Las hebras del pincel trazaban sus deseos sobre el lienzo, creando una composición artística a su gusto íntimo y personal. Su sonrisa era amplia y placentera. Se sentía feliz y emocionado cada vez que bosquejaba una nueva obra, que a su término formaría parte de su colección particular. Él era el autor, y a la vez el dueño de los cuadros. Jamás serían expuestos en público, y por tanto, jamás saldrían a la venta…

Doris estaba aterida de frío. Se sorbía los mocos con fuerza, secándose la nariz con la manga del vestido. Hacia un rato que había dejado de llorar, pero estaba a punto de reanudar el llanto. Su hermano Richard estaba preocupado por ella. Doris tenía simplemente seis años. El al menos acababa de cumplir los once, y se consideraba un chico valiente. Razón suficiente para tornarse en paladín de la niña.
– No dejes de sujetar mi mano – le indicó.
– No. No lo haré. No quiero quedarme atrás y perderme para siempre – gimoteó Doris.


– Eso nunca pasará. Llegaremos al final del camino. Ahí está nuestra casa. Nuestros padres.
Richard estaba inquieto a pesar de intentar ser convincente con esa afirmación.
Llevaban horas recorriendo a pie un camino estrecho, con principio y final interminable. A ambos flancos del sendero, no había nada excepto la oscuridad más intensa. Si alzaban la vista, no se veía el firmamento, y no por hallarse precisamente inmersos en la noche.
El tiempo era en si indeterminado.
Simplemente recorrían un camino que serpenteaba sin sentido. A Doris le parecía estar formando parte de una pizarra oscura, con un trazo marcado por la tiza, simbolizando la ruta que no conducía a ningún lado.
– Richard. Estoy ya muy cansada. Me duelen los piececitos.
– Ya lo se. Intenta aguantar un poco más. Estoy seguro que esta senda tiene que terminar de una vez.
– Echo de menos a mamá y a papá. Quiero estar con ellos y que me abracen.
– Te aseguro que en cinco minutos estaremos con papá y mamá. Y nos darán de merendar unos bollos con chocolate caliente…

Una pincelada y un deseo…
“Inmersos en la larga marcha, el niño y la niñita que tan molestos me resultan cuando juegan en el piso inferior, al permanecer ya distantes, consiguen que me concentre en silencio…
Me da igual el posible sufrimiento de sus padres. Pues antepongo mi puro egoísmo.
Ya lo siento, niños… Seguid caminando, llevando vuestro ruido a otra parte para siempre.”

El pintor se alejó un par de metros para contemplar su obra más reciente.
Un fondo negro con un único camino que era recorrido por dos figuras sin entrar en mucho detalle. Simplemente una era más alta que la otra, y caminaban cogidas de la mano…

12 comentarios en “El silencio del pintor

  1. Robert…Sin ser tan espeluznante como en otras ocasiones he de decirte que es una auténtica maravilla de relato. Nunca, nunca, llegarán a su destino, nunca saldrán del camino, por desgracia para ellos, se hará eterno, son mera fantasía del pintor convertida en realidad…Un fuerte abrazo

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  2. Hola, Felix. Verdaderamente, es una de las obras maestras y enfermizas del pintor. Pues dicho autor es pérfido, deseando obtener placer con el uso del prójimo, en este caso esta parejita de hermanos, que dejarán de ver a sus padres porque el pintor estaba molesto de oírles gritando al jugar…Un fuerte saludo de parte del clon de Napoleón Bonaparte, compañero. 🙂

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  3. Buf, muy escueto tu comentario, Mar.- Je, je, con la brevedad lo dice todo.Harry, vete a la tienda de animales a por los conejillos de indias que han de servir de almuerzo a las hienas.- Ya voy. Pero está claro que cuando el comentario es corto, es porque le has dejado a la chica estupefacta de lo malo que era el relato.Como no te marches ya, te sacudo con el bazooka.En fin, Mar, muchas gracias por el comentario y por la visita. Un besote.

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  4. Hola, Thundergirl. El regalo es requeteestupendo. Mis lacayos están felices por ir a recogerlo.- Yo esta vez no me pongo a tirar del carro de bueyes. Que me sale un forúnculo en el pompis.¡Dominique! Te exijo que visites la hacienda de la compañera Thundergirl, y traigas el premio para que figure junto al resto en las vitrinas de los trofeos.- Brrr… Bueno. Pero antes voy a por un par de almohadas. No estoy dispuesto a que me vuelva a doler el pandero tres días por culpa de los baches del camino.De nuevo, mil gracias compi por el premio. En cuanto pueda, correspondo al mismo tal cómo se merece. Un besote.

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  5. Circunstancias familiares -operaron a mi suegra de una rodilla- y laborales me han impidido visitarte. Como siempre has realizado un estupendo (cuadro)relato, de los que nos tienes acustumbrados. Felicitaciones y cordial saludo.

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  6. Sabes? Este también mete miedo. Quién dice que cada uno de nosotros no somos el cuadro de alguien a quien no le importa si llegamos a casa o no. Realmente profundo y tremebundo. Repugnantemente aterrador. Me relamo los dedos ensangrentados de gusto. Gracias por dar tanto placer. Esto es un visión invertida de la percepción del mundo, que no no hay que percibir, sino vivir.No me hagas casos de los enredos, que son asquerosos, vale?Beso

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  7. Gracias Andri. El personaje del pintor es deleznable como persona, de existir como tal. Afortunadamente es una fantasía.Yo escribo políticamente incorrecto. En mis pesadillas, nunca triunfará el bien. Para eso está Hollywood, ja ja.Un fuerte abrazo, compañera. Y encantado de recibir tus visitas.

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