No salgas por la puerta… No salgas por la ventana…

Nunca se les ocurra visitar un edificio abandonado. Y mucho menos si sus entradas y salidas esconden algún tipo de trampa mortal…

Siempre tenía que ocurrir en un día desapacible, nublado, amenazando una buena tormenta y a varias millas de distancia de cualquier área urbana más cercana. Encima era una carretera comarcal de las antiguas, escasamente recorrida por la circulación general. Que se te reviente el motor del coche viajando solo era una lata. Encima él no tenía conocimientos ni siquiera mínimos de mecánica de auto. Era un tío, claro está, pero no todos eran manitas ni les entusiasmaba el mundo del automóvil. Si tenía uno, y bastante viejo por cierto, era por necesidad del trabajo que le ocupaba. Se llamaba Bob Render y era un escritor de rutas poco transitadas de la América Profunda.
Ganaba unos míseros dólares enviando sus columnas por correo electrónico de su portátil Vaio Sony a la redacción de un diario de tercera fila. Estaba soltero y vivía a su aire. El sueldo le daba para no tener que recurrir al ejército de salvación, que ya era un decir, porque de deudas estaba hasta las cejas. Incluso debía parte de la financiación con la que pudo adquirir su ordenador.
Esa mañana estaba recorriendo la carretera estatal cuando descubrió un desvío a mano derecha. El letrero indicaba que era la ruta del maíz. Vaya tontería. Aquella región era agrícola y la exposición de mazorcas era un océano permanente. Miró en el mapa tradicional porque no le llegaba para tener GPS, y el portátil estaba con la batería sin cargar. Nada, aquel desvío no aparecía ni buscándolo bajo una lupa de mil aumentos.
Lo más natural era que el mapa fuera de antiguo como su propio coche, más o menos de los años setenta. No le dio más importancia a la falta de información acerca del popularísimo camino del maíz y se dejó llevar por el mismo.
A la media hora ya estaba navegando entre maizales de una altura considerable. Su coche parecía estar circulando entre la nieve, abriendo camino a través del cereal como si este no existiese delante del morro del vehículo. Poco a poco el tiempo iba empeorando. Si antes estaba nublado, ahora el cielo estaba espeso de nubes negruzcas como la pez. Eran las tres de la tarde pero daba la sensación de haberse anochecido. Encendió los focos de niebla para no salirse del camino. Era muy estrecho. Las mazorcas y las hojas de los tallos percutían contra los lados de la carrocería. A la media hora empezó a surgir algo de humo por las rendijas del capó. Un cuarto de hora más tarde estaba tirado en medio del dichoso sendero glorificante del maíz pueblerino de las narices.
Estaba desesperado. Tras un rato de indecisión, rebuscó en el maletero hasta dar con un impermeable y una linterna de buen tamaño de la época en que ejerció de vigilante nocturno de una nave industrial abandonada y cerrada.
Estuvo caminando bajo la amenaza de un aguacero, siguiendo hacia adelante. En un momento dado, el maíz fue sustituido por un edificio de dos plantas. Tenía el tejado a dos aguas y parecía en muy mal estado. El caso es que podía leerse a la entrada “Pensión Negra”. Un nombrecito que traía cola. No disponía de parking y no se veía ningún vehículo estacionado en sus inmediaciones. Es más, todo el suelo estaba apisonado para formar el claro donde estaba ubicado el motel, como si este hubiera caído del cielo para asentarse entre los campos de maíz circundantes.
Bob estaba ligeramente estresado por el tema del coche y el grado de soledad que ofrecía aquel lugar. Sin muchas ganas se acercó a la pensión. La puerta de madera estaba abierta. El interior estaba en penumbras. Con la luz de la linterna pudo constatar que el edificio estaba en ruinas y evidentemente fuera de circulación. Las telarañas campaban a sus anchas junto con el polvo y restos de basura dejada por algún vagabundo que habría buscado cobijo entre sus paredes. Se acercó al mostrador de recepción y vio el registro abierto. Estaba bajo una densa capa de polvo. Bob sopló sobre las dos hojas centrales. Vio nombres de antiguos clientes…
Al lado de los datos alguien había escrito con rotulador color azul:

No debimos de haber entrado.
Las aberturas quedan cerradas para siempre.
No hay escapatoria.
La única solución es el suicidio, pasar hambre hasta sucumbir o quedar desmembrado o decapitado.”

Bob quedó seriamente intrigado por lo allí escrito. Parecía una alucinación descrita por alguien que hubiera abusado del alcohol o de las drogas, o ambas cosas entremezcladas.
Fue entonces cuando sonó un fuerte portazo a sus espaldas.
Echó la vista atrás, iluminando la entrada del motel.
La puerta estaba encajada en el marco. Se dirigió con presteza a abrirla, hallándola completamente atascada. Insistió, pero no había manera de poder desencajarla.
Estaba atrapado. Tenía que buscar otra salida. Contempló las ventanas del vestíbulo. Estaban selladas con tablones de madera claveteadas. Al pie de una de ellas había algo parecido a un esqueleto. Se acercó para iluminarlo. Efectivamente, eran los restos de un cuerpo humano, con la notoriedad que le faltaba el cráneo y la mano derecha.
Bob sentía los inicios de una fuerte desazón. Recorrió toda la planta baja de la pensión. La situación era idéntica en todas las ventanas. Cuando llegó a la cocina, vio la puerta que comunicaba con el exterior. Parecía estar entreabierta. La enfocó con el haz de la linterna, esperanzado. Pudo apreciar la pequeña separación entre el filo de la hoja de la puerta y el quicio de la misma.
Estaba salvado.
Había encontrado una buena salida de aquel antro.
Tenía pensado regresar al coche, pasar allí la noche y luego desandar el camino recorrido a pie, cargando con el portátil, hasta salir a la carretera estatal con la esperanza de que alguien parase a recogerlo.
Emprendió camino a la salida a muy buen paso.
Tan concentrado que una pintada en la pared lateral derecha pasó desapercibida ante sus ojos aún a pesar de haberse reflejado mínimamente ante una breve pasada de la luz de la linterna.

NO HAY QUE INTENTAR SALIR
BUSQUEMOS OTRA SOLUCIÓN
LAS ABERTURAS SON UNA TRAMPA

La mano libre de Bob se aferró al pomo alargado de la puerta. Tironeó de ella hacia adentro.
Le llegó la brisa penetrante que auguraba un fuerte chaparrón. El maizal susurraba sonidos de roce al mecerse por la corriente.
Bob empezó a atravesar la jamba alargando la pierna derecha.
El resultado de la caída de la hoja de la cuchilla de una guillotina francesa no hubiera sido tan efectivo al seccionarle la pierna a la altura de la rodilla.
Su miembro cayó palpitante sobre el suelo.
Un chorro de sangre emergió de su muñón.
El dolor le hizo de enloquecer al instante.
La linterna fue soltada, cayendo al suelo.
Perdió el equilibrio, y conforme en su caída fue atravesando el hueco del vano de la puerta, parte del rostro, sus manos y el tronco del cuerpo fue seccionado.
Cuando su anatomía moribunda reposó en el suelo, estaba dividida en dos.
Lo único que estaba entero era su pierna izquierda, que no había atravesado la abertura.
Estaba tirada sobre el linóleo cuarteado de la cocina.
La linterna había rodado por el suelo hasta quedar enfocando la pintada pasada a Bob por alto.

LAS ABERTURAS SON UNA TRAMPA


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23 comentarios en “No salgas por la puerta… No salgas por la ventana…

  1. ¡Mamita querida! Muy Bueno Robert, si le tenía miedo a las casas abandonadas o en construcción, ahora me cruzaré de vereda cuand o pase por ellas. te mereces un frío beso.

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  2. ¡¡¡VES!!! le dije a mi primo que no entrara a leer tus historias, no atendio y entro, ahora me voy para el hospital que esta con un ataque de ansiedad…Yo le avise.Saludo mu pero que mu bueno.

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  3. Montones de gracias, Celso. Tanto por la visita como por el premio. Las vitrinas de Escritos ya están a punto de reventar. Y mi mayordomo anda por eso enfurruñado, porque tendrá que encargarse él de barrer el suelo si las cristaleras se hacen añicos por la presión de los trofeos apretujados dentro de las vitrinas.Recibe un fuerte abrazo, y recuerdos para el resto de los compañeros/as de vuestro estupendo blog Lo nuestro es Puro Teatro.

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  4. Many thanks, muchas gracias, Anrafera. El protagonista tuvo muy mala ocurrencia al desviarse de la carretera principal. Pero en fin, si cosas así no sucedieran en el género del terror, no habría historias de semejante calibre, je je. Un abrazo, compi, y como siempre, a recuperarse del brazo pachucho. 🙂

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  5. Hola, Superpatata. Se agradece tu visita y tu comentario. Por cierto, tu avatar es la mar de gracioso. Podrías formar un duo con la Pechuga de pollo Mutante. Aunque mi guardaespaldas tiene un mal temperamento, difícil de digerir para el resto de los miembros de mi servidumbre.Recibe un saludazo de los gordos. 🙂

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  6. Hola, ZM. Lo primordial es no meterse uno en la boca del lobo. Porque si lo haces, puede que en vez de lobo, haya… ¡Una Pechuga de pollo Mutante dispuesto a pegarte una paliza de tomo y lomo, ja ja! Bueno, hablando en serio, muchas gracias por la visita. El beso, aunque sea glacial, es recibido con mucho agrado por el administrador de Escritos, o sea el que está tecleando esta contestación a tu comentario, je je.Un besote espinoso, compañera.

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  7. Te ha salido un relato de charcutería :-)Me esperaba alguna persecución espectral, además del juego de lo fácil te matará…El escenario que has planteado es estupendo, da mucho juego.Salu2

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  8. ¡Uyyy Dios!!! Casi pa´l infarto!¿Debo volver a decirte cómo me encanta tu estilo???No…pero, aunque lo tengas archirecontrahiper repetido, te dejo un reglito en mi blog…Y te libero de la última regla! jejeje…Besos!

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  9. Hola, Daniel HB. La realidad, antes de dormir… Mejor antes de una buena siesta, no, ja ja.En mi caso, si yo estuviera en la tesitura del protagonista, invocaría la velocidad del correcaminos para abandonar la casa sin sin cortadito a trozos como un queso.Recibe un fuerte abrazo, y nuevamente gracias por visitar los vericuetos de mi castillo encantado, ja ja.

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  10. Hola, Aldhanax Swan. Mis deseos es que los sustos sean tremendos, pero llevaderos, je je. Y poco duraderos. Eso si, esto es Escritos. Ya ves que nos visitó Hello Kitty!, y le dimos su merecido, ja ja.Recibe un cordial saludo y aquí me tienes para crearte sustos a porrillo, siempre y cuando dure la imaginación de uno… 🙂

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  11. Hello, Markos. Menos mal que no has dicho que es un argumento de casquería, ja ja. Bueno, un poco gore si, porque el pobre queda hecho una pena. En fin, es el precio que hay que pagar por formar parte de los relatos de este rincón tan horrendo. Un fuerte abrazo, compañero.

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  12. Hola, Leny. ¡Muchas gracias por el premio! Ya sois varios los que me premiais con el mismo, y eso es un honor.A ver si lo posteo pronto, que se pasan los días. La Pechuga de pollo Mutante tiene algo que decir al respecto:- Jefe, tienes que postearlo ipso facto. La gente se lo merece. Y si no, te pego una buena paliza.Ya ves, Leny. Y es mi guardaespaldas. En fin…Recibe un abrazo de dinosaurio, ja ja. 🙂

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