La secta

Con el siguiente relato, llegamos a la tesitura de: ¿y si hubiera un mundo alternativo? ¿Si en vez de que las aves volaran, reptaran? ¿Que el hombre se alimentara por el olfato y no por la boca? ¿Que lo negro fuera blanco? ¿Y lo malo…, bueno?

– Esa es la casa.
– Bien. Llevo el táser. Inmovilizaremos al centinela de la puerta. Luego entraremos en dos grupos. Uno será el de la búsqueda, mientras el otro será el de apoyo en la retaguardia. Esperamos una fuerte resistencia por los miembros de la secta.
– Entremos sin contemplaciones.
– Tan sólo se recurrirá a la fuerza por necesidad. Lo primordial es rescatar al chico.
“ Colocaros los visores de visión nocturna.

Eran las dos de la madrugada. La casa era de dos plantas con tejado de teja de pizarra. Había un porche que lo rodeaba por la parte frontal, y un jardín descuidado en la parte trasera. Las inmediaciones de la vivienda estaban rodeadas por una cerca de madera con la pintura reseca y levantada. Al parecer aquella gente creía estar pasando desapercibida, viviendo sin levantar sospechas de ningún tipo en el vecindario.
Sin embargo, desde hace unas semanas se detectó su realidad como secta destructiva. Entre sus miembros, un menor de dieciséis años captado hace mes y medio. Sus padres denunciaron su ausencia, y tras las oportunas pesquisas, se averiguó su paradero, integrado en aquella sociedad enfermiza, que idolatraba a un dios falso.

La misión de la brigada de asalto era rescatar al muchacho y devolverlo a sus verdaderos mentores. Una vez a salvo, discurriría la operación de disolución de la ilegal sociedad religiosa.

Se sometió al guarda de la entrada con una electrocución controlada, dejándolo inconsciente. Con sumo cuidado, forzaron la puerta y se adentraron en el vestíbulo. El interior estaba a oscuras. Los miembros de la secta estaban durmiendo. Con el apoyo de la visión nocturna, cada rincón de la casa quedaba al descubierto en tonos grises claros. Cada uno de los agentes tenía memorizada la disposición de las estancias de la casa. En los seguimientos de los últimos días, se supo que el muchacho dormía en una habitación de la segunda planta, presumiblemente compartiendo estancia con dos o tres miembros más en literas.
Con una indicación de quien dirigía la operación de asalto, encararon un pasillo que culminaba ante el inicio de unas escaleras de madera. Iniciaron la subida en el mayor silencio posible, tratando de evitar que los escalones crujieran bajo el paso de las suelas de sus botas.
Justo en lo alto del último tramo, donde se iniciaba el acceso a la segunda planta de la casa, surgió un hombre descamisado, delgado, con colgantes y varios crucifijos sobre el pecho velludo. Portaba una escopeta. El halo pálido de la luz de la luna se filtraba lo suficiente por los intersticios de los tablones claveteados contra una ventana cercana como para que pudiera entrever la presencia de los visitantes no deseados.
-¡Bestias mal nacidas! – masculló, airado y con tono amenazante.
Antes de que pudiera apuntarlos con el cañón de su arma desvencijada, tres de los miembros del operativo de asalto lo derribaron con el uso de sus subfusiles. Apenas se percibieron los disparos al tener acoplados los silenciadores. Continuaron en su avance, dejando atrás el cuerpo caído. El segundo grupo permaneció en el rellano cubriendo las espaldas al primero.
– Segunda habitación a las tres en punto. Fuerza letal permitida – susurró por el micrófono el responsable del grupo.
En cuanto dieron con la puerta, la derribaron con un mini ariete y se adentraron en la misma.
– ¡Edward! ¡Edward Garrison! –llamaron al chico.
Había dos literas de dos camas cada una. Una estaba ocupada por un joven y la otra por dos. Los tres fueron despertados por el estrépito y cegados por la iluminación de las linternas de las armas.
Uno de los soldados reconoció al chico.
– ¡Este es!
Era el único ocupante de la litera derecha.
– ¿Qué es esto? ¿Qué hacéis? ¡No! ¡Dejadme! ¡No quiero ir con vosotros! – gritó, ofreciendo resistencia al ser sacado de la cama.
Le aplicaron el táser. En cuanto perdió el sentido, lo sacaron a rastras de la habitación. Al mismo tiempo, sus dos compañeros eran silenciados de manera definitiva con disparos certeros.
Al alcanzar el grupo de retaguardia, las luces de la casa fueron encendidas por los integrantes adultos de la secta. Se vieron obligados a quitarse la visión nocturna para no quedar cegados por la intensidad lumínica de las fuentes de luz del techo.
– ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo! – gritaba el superior al cargo de la brigada de asalto.
Discurrieron escaleras abajo, con el chico protegido en el centro.
Desde arriba surgieron hombres descamisados portando cruces.
– ¡Ese muchacho es nuestro! ¡Lo estáis condenando, malditos!
Cada uno de ellos fue abatido a tiros.
En la planta baja, frente al inicio de la escalera había ocho o diez personas adultas. Entre ellas tres mujeres en camisón. Los hombres vestidos con pijamas. Portaban estacas, bates de béisbol y cuchillos.
– ¡Dejad al chico! ¡Es hijo de la comunidad!
“¡CRISTO LO QUIERE ENTRE NOSOTROS, Y NO ENTRE ALIMAÑAS! – gritaron con voces descompuestas por la furia y la indignación.
– ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego! – fue la orden dada por el sargento Peabody.
Hubo una descarga corta pero intensa. A la finalización de la misma, en el suelo de la primera planta yacían los cuerpos sin vida de los integrantes de la secta.
Pasaron por encima de los cadáveres y abandonaron el escenario, poniendo al joven Edward Garrison a buen recaudo.

– Sargento Peabody. Mi felicitación por el feliz desenlace en el rescate del chico Garrison.
– Gracias, señor.
– Su familia está sumamente agradecida por ello.
– En eso consiste nuestra labor, señor. No se ha hecho ni más ni menos, si no lo justo.
– Ahora queda la dura labor de reconducir la conducta del muchacho.
– Bueno. Afortunadamente no ha estado mucho tiempo integrado en la secta. Se recuperará sin problemas.
– Así espero, sargento. Reconocerá de nuevo a su verdadero amo y protector. Abjurará de Cristo. Y rendirá pleitesía al Creador de la Oscuridad Eterna.
– Así espero, señor.
– No más lucir crucifijos. Ni rezar oraciones piadosas. Ni esconderse en las cloacas como las ratas. Aunque esa es su realidad actual. Los cristianos han vuelto a sus orígenes, cuando tenían que ocultarse en las catacumbas. Con la diferencia que ahora sus refugios están siendo descubiertos, con los inquilinos exterminados. Estamos en 2255, sargento. El goce del dolor está implementado en la creencia general de los que poblamos ahora el planeta.
– Adoramos el sufrimiento y los placeres prohibidos. Sin duda, nuestra historia de la humanidad difiere de la habida hasta hace más de dos siglos.
– Eso es. Ahora predomina la Cruz Invertida.
“Y la adoración extrema a Satán…
“Por ello la misión que realizan unidades similares a la suya es de tan vital importancia. El día que no haya ni un solo adepto en las sectas cristianas, será el triunfo absoluto de Lucifer. Hasta entonces, hay que seguir atentos y sumidos en la prudencia. Pues un cordero, si le es cortada una pata, aún puede luchar por intentar incorporarse sobre las tres que le quedan. Y hemos de reconocer que nuestro contrincante ya resucitó en una ocasión de entre los muertos…

18 comentarios en “La secta

  1. Mi estimado Poe…Un relato lleno de intriga y misterio. Parecía que era yo el que andaba por esos pasillos y subia las escaleras con sigilo. Excelente. ¡Y que final¡ propio de una mente como la tuya, nada era lo que parecía. Jo, que pasada, amigo.Un fuerte abrazo

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  2. Genial Robert. Es como un suceso al otro lado del espejo, que vemos invertido. Y esperemos que no se reinvierta todo el universo con los siglos….Hoy me ha dado miedo pero poco, porque creo que esto pertenece a un futuro lejano. Dormiré bien.Hacía tiempo que no venía por aquí y cuanto más entro en tu blog más me gusta, qué quieres que te diga. Ya lo tengo votado en todas partes.Un beso y feliz fin de semana.

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  3. Gracias, Felix. Nada, era una vuelta de tuerca. Como ya he dicho en alguna ocasión anterior, todo está tan trillado ya en el mundo del terror, que hay que tratar de improvisar cosas algo chocantes, que algunas veces no salen como me gustaría, pero otras veces resultan por lo menos llamativas, je je. Un fuerte abrazo, compañero historiador. 🙂

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  4. Encantado de verte de nuevo por aquí, Meg. La belleza sinpar siempre es recibida con honores, sobretodo por parte de mis fieles lacayos, ja ja.- Ya te digo que esa dama estaría bien con una manzana en la boca y metida en el horno.Bogus Bogus. A la invitada no se le toca ni uno solo de sus pelos rojizos teñidos.- Bof. Se está convirtiendo usted en un comensal nada exigente, amigo de la comida rápida.Bueno, Meg, como siempre, ya disculparás al cocinero.En cuanto al relato, sí que sería terrible pensar que pudiera existir esa otra realidad, aunque salvando las distancias, ya se ha vivido algo parecido en el pasado con el nazismo, etc…Recibe un besote sencillo y espontáneo. 🙂

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  5. Robert, gracias por defenderme de tus lacayos infames. Y sí,l tienes razón en lo de las épocas pasadas de la Historia, que se vuelven a repetir cíclicamente, pero al revés. Es curioso el Holocausto judío por los nazis, y ahora el holocausto palestino por los judíos. Nunca se sabe por dónde se va a volver la tortilla. Un beso fuerte y feoliz fin de semana.

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  6. Muy bueno, aunque yo creo que antes del 2255 ya los extraterrestres, estaran danzando a placer por nuestras tierras y eso me da que pensar, que podrias hacer una historia sobre ellos, a ver si te animas..Un saludo

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  7. Este está súper guai de guai, pues es diabólico, magistralmente esgrimido por tu mente, que deja salir que el lado malo, no es el malo.Eso me potencia genialmente, pues el mejor lado es el malo. Tampoco hagas caso de este comentario, pues no pretenden asustar, pero si asusta, mejor.Oooootro besito.Ps: Ah, muchas gracias por tomarme en cuenta y darme el regalazo que me has dado, el premio, que me lo llevo y en el lateral derecho superior, lo presumiré, y presumiré de mi amistad contigo, vale?Abrazote del alma.Ah, y espero volver a chuparme los dedos, y las uñas, por donde se me filtra el corazón cuando leo tus espeluznantes cuentos.

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  8. Hey, Andri, el premio lo tienes pero que requetemerecido, como los restantes compañeros/as elegidos por el jefazo de Escritos, es decir, quien está tecleando en este mismo instante. Y me he quedado corto, porque hay un montonazo de compañeros por la red que también se merecen una distinción de este rinconcito del mal. Espero ir creando diseños de nuevos premios para el futuro inmediato, y así corresponderles también. E igualmente con mis lectores más fieles, que también se merecen un detalle.En cuanto al relato “La Secta”, si, mi mente se puso a pensar, ¿y si el mundo tornara lo correcto en incorrecto, y lo insano en normalidad meridiana? Es terrible de sólo pensarlo. Desde luego yo no quisiera que el amigo del 666 fuera el amo del mundo, en cuerpo y espíritu. Mejor que siga ahí abajito, con sus barbacoas, ja ja.Recibe otro besote, amiga. Y una sonrisa. 🙂

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