Mundial Sudáfrica 2010. España las pasa canutas pero pasa a las semifinales.

Mientras rodábamos las escenas de la anterior tira cómica, donde se reflejaba mi primer encuentro con un zombie de verdad (el actor que me interpreta no es otro que mi afable y cariñoso sobrino Gurmesindo, que siempre se presta a todas las propuestas que le haga), la selección de España mantenía un duelo de aúpa con Paraguay en los cuartos de final del mundial de fútbol que se disputa en Sudáfrica. Finalmente, el salvador del equipo, Villa, el genial jugador asturiano, nos sacó las castañas del fuego y se consiguió la sufrida clasificación para las semifinales. Ahora nos aguarda el combinado germano, que será igual o más duro de pelar todavía. Pero de momento, ya estamos entre los cuatro mejores del mundo, je je.
En el instante que Villa recogía el rechace del balón envíado al poste izquierdo por Pedro y lo mandaba al fondo de las redes del portero guarani, Dominique inmortalizó tal logro sacando una foto con su teléfono móvil. A mi sobrino se le ve un poco cabreado porque el zombie seguidor del San Antonio de balonmano no le dejaba mirar el partido, ja ja.

Ahora a esperar la semifinal del miércoles, a ver qué sucede. Esperemos pasar por primera vez a la final. No me importaría invitar a mi sufrida plantilla de empleados a una ronda de cerveza fermentada en el siglo XVIII…


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Día del Pesimismo a Ultranza, en Escritos de pesadilla (Day of extreme pessimism, in Writings of nightmare).

Hoy es un día un poco especial. Dada la melancolía de uno, he decidido establecer el 17 de junio de 2010 como el día Negro en mis dominios. Todo viene derivado de la nefasta víspera, donde aparte de tener un pésimo comienzo en el mundial de fútbol, está el beneplácito del proyecto de reforma laboral.
En vista a semejante despropósito, tras años de risitas y fotos ultrachachis donde qué monos salimos los representantes máximos de los partidos políticos y los sindicatos (sí  señores, aquí no se salva ni el tato), vienen dedicados estos cortos relatos urdidos casi a oscuras en un mesa rinconera de la sala de tortura número nueve (hay que apretarse el cinturón, que no queda otra que ahorrar hasta en la cera de las velas).
¿La opinión de mis empleados?
Si antes se me quejaban de su precaria situación laboral, ahora sus gritos lastimeros llegan hasta la cumbre del Himalaya, espantando a los alpinistas y a sus sherpas hasta dejarlos más congelados que un filete de cocodrilo en la cámara frigorífica de la cocina de Bogus Bogus.
Así que les dejo en disfrute del primer día localista del Pesimismo a Ultranza.
Que lo disfruten todos mis estimados visitantes, y que no se les indisgeste la hamburguesa y la cervecita mientras arriman la vista a la pantalla del monitor de su ordenador…


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