Escritos de Pesadilla

Teaser

¿Está todo ya preparado, Dominique?
– Sí, mi amo. La cámara es del año catapúm, pero grabará las penurias del invitado.
Estupendo.
Vamos a ver, señor Anthony Vacquio. Es la tercera vez que intenta irse sin pagar. Las otras dos veces se lo perdonamos, porque tenemos cierta tendencia masoquista, pero en este caso…
– ¡Pagaré lo que haga falta! Pero por favor. Sáquenme de esta jaula tan diminuta. No puedo permanecer en cuclillas eternamente. Ya me duele el espinazo.
Eso es solamente el comienzo, señor Vacquio. Lo peor está por llegar.
Ja ja ja JA JA JA
¡Dominique!
– ¿Si, Maldad Infinita?
Es hora de traer el tarro de las pulgas. Me parece que nuestro invitado está ansioso por tener un ataque de picores…

Los gritos se expanden por los pasillos. Los ecos son ensordecedores.
Edward está fuera de si. No sabe qué hacer.
La situación está descontrolada.
Se mesa los cabellos y suelta una patada contra una pequeña mesilla que vuelca y desparrama unas cuantas hojas de papel en blanco sobre cuatro o cinco baldosas, las más cercanas a sus pies.
Mira las hojas. De repente la blancura va desapareciendo. Surgen rostros desconocidos. Dibujados al carboncillo. Semblantes asustados. Suplicantes. Endoloridos.
Se agacha y recoge los papeles. Los arruga y los arroja más a lo lejos.
– No. Basta de atormentarme de esta manera – solicita al borde del llanto.
Los chillidos siguen haciéndole de enloquecer.
Surgen de todas partes.
Su cabeza está a punto de estallar.
Se alza, con las palmas de las manos cubriendo sus oídos.
Los tímpanos estallan y se queda sordo para toda la vida.
¿Pero cuánta vida le queda ya?
Aquel hogar está maldito.
Debe de abandonarlo.
Salir de ahí huyendo.
Lo hace.
Tropieza varias veces con los muebles que le salen al paso impulsados por una fuerza invisible.
No oye sus propias pisadas. Tan sólo le llega el palpitar de su corazón acelerado.
Las mucosidades se le deslizan por los orificios de la nariz.
Toda su cara está sudorosa.
Al final logra alcanzar la entrada. La puerta se resiste a ser abierta.
Nota una corriente de aire fuerte que le recorre la tela empapada por la transpiración de la camisa adherida a su espalda.
Se vuelve y ve lo que nunca hubiera deseado haber visto.
Las personas de las facciones perfiladas en los folios en blanco.
Están aullando de dolor, aunque él no pueda escuchar los sonidos pronunciados por sus bocas afligidas.
Le basta con ver los gestos.
Están dispuestas a no dejarle escapar con vida.
Es su época de venganza.
Edward jamás pensó que sus víctimas pudieran volverse un día contra su agresor.
Y mucho menos cuando estuvieran ya muertas.
Pero esto era plausible.
Se les debía algo por haber soportado tanta penalidad bajo su personalidad perturbada.
Ese instante había llegado.
Era el fin de Edward.
La conclusión de este
TEASER*.

* Teaser: Tráiler imaginario de una película que jamás será producida.