Incidente en el hipermercado.

Bueno. El jueves pasado regresé a mi puesto de trabajo en el hipermercado. Desde entonces, el monstruo de Frankeinstein está atendiendo a la clientela, ja, ja. Si tenía alguna duda ante mi vuelta, esta quedó disipada por el genial recibimiento por parte de los empleados y jefes. La realidad es que me emocioné y todo. Con motivo de semejante acogida, vuelvo a publicar este relato desenfadado de terror cómico trágico que transcurre en un hiper. He modificado un par de frases un poco sosillas. Decir que fue subido en la primera época donde no di a conocer el blog, así que puede decirse que se estrena hoy cara al gran público. 
Como es de justos ser agradecidos, dedico “Incidente en un hipermercado” a la buena gente del híper, a mis compañeros auxiliares y a los compañeros vigilantes del centro comercial donde curramos, a la médica de cabecera de la seguridad social, María (que no a la de mi mutua, ja, ja) y a los dos agentes de la policía municipal de Berriozar. Para todos ellos va este monstruoso relato.

Incidente en el hipermercado
(Entrevistas del reportero a diversos testigos
de cara al telediario de las tres de la tarde)



LA AMIGA

– Usted conocía a la cajera.
– Si. Era amiga mía aparte de ser compañera de trabajo.
(gimoteo)
(sorbido de mocos)
– ¿Cómo se llamaba la chica?
– Helena del Valle, con h de hospital. Dios mío. Si solo tenía 21 años recién cumplidos el pasado mes de octubre.
– ¿Se encontraba bien? ¿No se le notaba rara últimamente?
– No…
Se corta la entrevista. La muchacha no puede continuar hablando a la cámara.

(Escena eliminada en la fase de postproducción del reportaje)


UN CLIENTE ASIDUO DEL CENTRO COMERCIAL

– Según tengo entendido, usted estaba guardando cola en la fila de la cajera que con sus actos incivilizados, ha conmocionado al público presente en el centro comercial.
– Así es. Me encontraba justo detrás de la señora oronda del pelo oxigenado.
– De modo que pudo verlo todo con claridad meridiana.
– Aja.
– Por favor, haga el favor de narrarnos lo sucedido en la caja número veinticinco del Hipermercado “El Oso Bailón” a las diez y media de esta mañana.
– Verá. Yo estaba colocando unas coliflores en la zona de espera del mostrador mientras la señora situada delante de mí terminaba de pagar lo suyo. Creo que fue al tenderle la tarjeta de crédito a la cajera. Esta chica tenía muy mala pinta desde un principio. No hacía más que sudar, nos miraba de una forma un poco rara, se rascaba el brazo derecho donde llevaba puesto un gran vendaje y juraba en arameo contra todo el mundo.
– Usted afirma que lucía un tipo de vendaje muy llamativo en uno de los brazos.
– Si. En el derecho. Era un montón de vendas enrolladas de mala manera desde el codo a la muñeca. Estaban sucias de sangre fresca y olía a perro muerto. Ni que tuviera gangrena.
– Sigamos con lo que pasó con la cliente que le precedía a usted en la fila.
– Nada. Que la cajera en vez de agarrar la tarjeta de crédito le sujetó la mano y se puso a comerse los dedos de la pobre infeliz.
– Esa debió de ser una escena tremenda.
– Si. No crea lo mal que lo pasé en ese rato. Yo creía en principio que la chavala simplemente quería gastarle un broma muy pesada, pero no fue así. Se los fue arrancando uno a uno y se los fue masticando a dos carrillos antes de tragárselos de golpe con huesos incluidos. No vea cómo se le dilató la garganta. Daba asco.
– ¿Qué pasó después de la agresión de la cajera a la cliente?
– Oh. La mujer gorda se desmayó delante de mí y casi me tira al suelo. Y la cajera abandonó su puesto detrás de la caja registradora para echar a andar a grandes zancadas por la galería comercial. Se puso a berrear como una chalada y espantó a toda la gente que andaba cerca de aquella zona del híper. Empezó a perseguir al señor de las gafas oscuras que vendía cupones de los ciegos y después debió de intervenir con cierto éxito el equipo de seguridad del centro. Ya no vi más. La gente se colocó delante de donde yo estaba, y por más que estirara el cuello y me pusiera de puntillas, no pude ver ya lo que pasaba.
– Entendido. Muchas gracias por su relato de los hechos.

(Entrevista válida)


EL VIGILANTE QUE RESULTÓ ILESO

(El vigilante muestra en principio una actitud muy desconfiada)
– Espero que oculten los rasgos de mi rostro. Y procure no enfocar bien los emblemas de la empresa y el número de placa. Mientras estoy de servicio no se me pueden sacar imágenes.
– No se preocupe. El cámara forzará un desenfoque con la lente. Su silueta saldrá borrosa.
– Entonces adelante con lo que usted quiera.
– Vale.
(Se comienza a grabar)
– Estamos con el único vigilante de seguridad del Hipermercado “El Oso Bailón” que no sufrió heridas de consideración durante el incidente de esta mañana con una cajera del centro.
– ¡A Dios gracias!
(Se mira las manos)
(Suspira de alivio)
– Cuéntenos por favor la intervención que tuvieron que hacer hasta la llegada de la primera dotación de la Policía Nacional.
– Primero tengo que precisar que un compañero se ha quedado sin su preciada nariz y parte del labio superior, y al otro le faltan los dos ojos.
– Ya.
– Esa jodida (censurado) estaba mucho más que chiflada. No había forma humana de poder contenerla. Cuando llegamos a la zona alertados por el jefe de seguridad nos la encontramos sentada a horcajadas encima del pecho del vendedor de los cupones para los ciegos. En ese momento le acababa de arrancar la lengua con unos alicates sacados de no se sabía dónde.
– Increíble.
– Encima la puta (censurado) tía disfrutaba con lo que hacía. Se tragó la lengua como quien se zampa un espárrago triguero de un sólo bocado.
– Si es tan amable de describirnos el momento en que ustedes tres redujeron a la cajera problemática.
– ¿Reducirla dice? ¿No le he contado ya que la hija de su madre agredió a mis dos compañeros nada más verlos?
– ¿Y cómo es que usted fue el único del equipo en resultar ileso del todo?
– Joder. Me largué de allí cagando leches. Pero esto último bórrelo de la grabación. Si se enteran los inspectores de Seguridad Privada, me quitan la placa y voy al puto paro.
– Pero ya me explicará entonces quién fue la persona que se encargó de detener los impulsos agresivos de la chica.
– Oh. Creo que fue un dependiente de la sección de bazar que empleó una motosierra.

(Algunas escenas de la entrevista serán cortadas por el realizador)


EL NOVIO DE LA CAJERA

– Buenas. Tenemos entendido que usted era el novio de la cajera.
(El chaval está conmovido)
(Con la moral por los suelos)
(Tarda un rato en contestar)
– Si.
– Me imagino que nunca esperaría este tipo de comportamiento en Helena.
– Jamás. Aunque en los últimos días sí que estaba un poco cambiada.
– ¿Se está refiriendo a que algo pasaba con Helena?
– Si. Y todo por la culpa de sus tres estúpidas amigas del híper. Se les antojó la semana pasada celebrar una sesión de ouija en casa de Helena. Desde aquella sesión se le notaba distinta.
– ¿En qué forma se le notaba diferente?
– Empezó a farfullar en lenguas desconocidas para ambos. Yo sé algo de inglés pero ella sólo hablaba el castellano. Luego me enteré por parte de un cura que algunas de las cosas que ella decía eran en latín.
“Otro día que estábamos de paseo se puso a charlar con un tío desconocido de Somalia o de Nigeria. Era de esa parte de África y estaba vendiendo discos piratas de Shakira en la avenida principal donde toda esa gente hace la venta top manta. Helena se le debió insinuar sin más en su propio idioma porque tuve que sacudirle al tipo un buen rodillazo en los huevos cuando empezó a toquetearle las tetas.
“Luego hace cosas de dos días le empezó a picar el brazo derecho. No paraba de arrascárselo con las uñas hasta ponerlo en carne viva. Por eso llevaba el vendaje. Ayer por la noche le vi la herida y tenía muy mala pinta. Ya le dije que no acudiera hoy al trabajo. Que fuera al médico a pedir la baja. Porque además empezaba a oler a carne podrida. Pero no me hizo ningún caso. Gruñó y se cenó un filete de buey poco hecho antes de irse a la cama.
– Retomemos la sesión de ouija.
– Dichoso jueguecito. El otro día tiré la tabla y la patata a la basura.
– ¿La patata?
– Si. Es que en vez de utilizar un vaso para contactar con los espíritus, usaron una patata de la Granja de San Basilio.

(Entrevista válida)


EL VALEROSO DEPENDIENTE

– Con nosotros está el héroe del día. Sin cuya intervención, el caos creado por la cajera Helena del Valle, pudiera haber desembocado en un lunes más trágico todavía.
– Bueno. Mi compañera parecía estar dispuesta a hacer una buena escabechina. Je, je.
(Es un chaval de 18 años)
(Se le nota orgulloso de su hazaña)
(Portaba la motosierra entre las manos)
(Con los dientes de sierra enrojecidos de sangre)
(De la sangre de Helena del Valle)
– ¿Usted cree que la cajera estaba enloquecida por algún tipo de droga?
– No. Yo soy amigo de Raquel, una de sus amigas. Me dijo que tuvieron una sesión de ouija y que la cosa salió no del todo bien. Se debieron llevar un susto con una entidad que contactaron.
– ¿Qué clase de entidad?
– Una cosa que dijo llamarse Freddy Muerte. Se ve que se sintió ofendido porque las chicas estaban utilizando una patata para comunicarse con él y les dijo que iba a poseer a una de ellas para que no volvieran a intentarlo en la próxima sesión con un tubérculo.
– Mejor que abandonemos el tema. Ahora cuéntanos la manera en que abordó a Helena del Valle.
– Bueno. Me enteré del tema por otra de sus amigas. Como le dije, se ve que estaba poseída por el espíritu que aborrecía la utilización de las patatas en las sesiones de la ouija. Supe lo de la cliente y lo del vendedor de la lotería para ciegos por la joyera, que es una chismosa, ja. Así que me hice con una motosierra que estaba en la exposición de jardinería del pasillo central. Cuando llegué a la galería comercial, vi a uno de los vigilantes perdiendo el culo, mientras los otros dos estaban retorciéndose de dolor en el suelo. También vi a Helena, que estaba loca de atar.
“Se me quedó mirando un par de segundos.
“Los suficientes para poner en marcha la motosierra y arrancarle la cabeza de cuajo.
(Enciende la motosierra)
(Enseña los dientes en una sonrisa de euforia plena)

(Entrevista válida)


EPÍLOGO FINAL DEL REPORTAJE EMITIDO EN EL TELEDIARIO DE LAS TRES

– Con la situación ya finalmente controlada y con el Hipermercado “El Oso Bailón” abierto de nuevo al público, se despide Ulises González para Antena Nueve.
“Y recuerden una cosa.
“Si deciden celebrar una sesión de ouija, nunca se les ocurra utilizar una patata.


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14 comentarios en “Incidente en el hipermercado.

  1. Se lo tien bien merecido por cutre ¡pero a quien se le ocurre usar una patata! además debe de deslizarse por el tablero de pena y lo pone todo perdido.Desde luego sigo diciendo que eres un genio, voy a leer tu blog desde el principio, merece muy mucho la pena.Un abrazo

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  2. Una patata en una sesion de ouija… si ya te pasan cosas raras si usas el vaso normal, pues ya me diras con una patata… aisss que cara pago su traveura Helena… ¡Y mas aun la gente del Super! Bueno Robert, me laegra que nos hayas recuperado esta loca historia, y que estes ya mejor y hayas podido volver a tu trabajo, y ser alli tan bien recibido.

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  3. esto ya es un guion cinematográfico en toda regla, me ha recordado mucho el tono de la trilogía de Raimi, es fantástico de veras.el humor que utilizas “aterroriza”, es de un negro extraño y la historia conecta desde el primer momento.la carga de denuncia social es evidente, está clarisimo que a ti te ocurre con la gente lo mismo que a mí preferimos a las personas que a la masa ¿verdad?.excelente, mi rendida admiración escritor.

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  4. ¡Buenísimo relato, como siempre! Cuánto tiempo sin comentar por aquí (lo que no quiere decir que no te siga leyendo, que lo tuyo engancha, je, je). Parece sacado de una peli estilo REC. Genial.Me atrevo a pedirte que eches un vistazo a mi post de hoy en el que hablo de la Editorial La Discreta, en la que colaboro. Creo que te puede gustar y, si es así, te pido que lo difundas entre tus conocidos.Muchas gracias y un terrorífico abrazo.

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  5. Hola, DDmx. ¡Tienes toda la razón del mundo! Esa censura es inadmisible. Menos mal que en el resto de relatos de este lugar el mal vocabulario está admitido, y los finales trágicos, igualmente. Je, je.Gracias por tu opinión, como siempre. Recibe un fuerte abrazo. Y la sonrisa endemoniada de Escritos. 🙂

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  6. Hola, Nerea. Es que estas chicas (eran de ese género las que estuvieron en la sesión de ouija) no ven las pelis y los pseudodocumentales donde quienes practican con la tabla, lo pasan rematadamente mal.En cuanto al regreso al trabajo, ya llevo una semana, y lo dicho, de momento va bien. El personal del híper de chapó. Porque date cuenta que yo no formo parte de la nómina del centro, si no de una empresa de servicios. Recibe un besote y que tengas un finde genial. 🙂

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  7. Hola, Flamingo. Gracias por el comentario. Lo dicho, aunque lo he enmendado un poquillo, estaba escrito hace dos años. Me surgió en el híper donde curro, en turno de mañana cuando aún no era horario de apertura. Los compañeros del currelo se rieron bastante, aunque los vigilantes casi me dieron una paliza por cómo salían reflejados en el relato.En fin. Gracias de nuevo y un fuerte abrazo. 🙂

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  8. ¡Hola, Obiwan 1977! Estoy feliz por ver de nuevo tu avatar gatuno atreviéndose en asomarse por los comentarios de Escritos, esquivando las caricias nada amistosas de mis zombis, ja ja.Pues nada, en cuanto pueda, me paso por tu blog. Recibe un fuerte abrazo. 😉

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  9. ¡Hola, Almalu! Ya siento ocasionarte pesares nocturnos. En fin, te enviaré una tila con miel, que sabe bien bueno y consigue que uno duerma de un tirón, siempre y cuando no viva con vecinos molestos, je je.Recibe un gordísimo abrazo y el besote vampírico de toda la vida, ja. 🙂

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