Ven a tomar tu medicina. (Come to take your medicine).

– Ven a tomar tu medicina, pequeño.

– ¡No quiero! ¡Déjame en paz!
– Es para que te pongas bueno.
– ¡No!
El niño le soltó una patada en la espinilla que le hizo de ver las estrellas en noche despejada.
– ¡Maldito trasto! ¡Toma golpe! ¡Así aprenderás!
El bofetón fue brutal, haciendo que el pequeño cayera de bruces, casi contra la esquina de la pared cercana al televisor. Nada más quedarse quieto sobre el suelo, se llevó la mano a la mejilla derecha y se puso a gimotear con fuerzas.
– Soy tu niñero, Henry. Estás algo enfermo, y el doctor te ha recetado esta medicina que tienes que tomar cada ocho horas. Es algo que recalcaron tus padres antes de irse. Y si quiero cobrar la pasta, tengo que conseguir que te tragues el contenido de un puñetero cucharón. Así que menos remilgos y a abrir la boca, mocoso.
Se puso muy cercano del niño, quien permanecía acurrucado contra el rincón de la sala. Llenó la cuchara sopera con la medicina del frasco. Miró al niño con acritud. El muchachito vestía su pijama de una sola pieza estilo tortuga ninja. Se resistió, dándole patadas desde el suelo. La medicina se volcó sobre la tarima del suelo.
El niñero se enfureció más y más. Le soltó tres bofetadas seguidas hasta calmarlo por la fuerza. Luego le apretó la nariz, hasta hacerle separar los labios para respirar y le acercó el gollete del frasco obligándole a bebérselo casi por entero.
– No vayas ahora a vomitarlo, eh. Como no asimiles la medicina, te voy a poner el culo más rojo que el color de tu propio corazón.
Recogió al pequeño en brazos y lo llevó en volandas hasta su dormitorio. Ahí lo metió en la cama, sujetándole con cuerdas por las muñecas y los tobillos, amordazándolo con un calcetín.
Cerró la puerta y se fue a ver la tele.
Una hora más tarde llegaron los padres del niño. Nada más percibir el sonido de la llave en la cerradura se acercó a la ventana abierta del salón que daba al jardín y se escabulló por ahí.
En ese instante, el dinero le importaba poco. El crío era demasiado problemático, como para continuar siendo su niñero.
El padre del pequeño estaba colgando su pelliza en la percha del vestíbulo, mientras su mujer llamaba con suavidad al niño.
– Estará durmiendo, querida – le dijo. – Por cierto,  ¿dónde está Lucy?
En un instante le llegó un grito espeluznante. Era su mujer. Procedía del baño. Corrió hasta la estancia y encontró el cuerpo sin vida de la niñera ahogada en la bañera. Estaba desnuda, con multitud de cortes. El agua estaba teñida con la sangre de la pobre muchacha.
La imagen era aterradora. Aún así sus miradas se encontraron y al unísono se olvidaron de la desgraciada niñera para centrarse en localizar su hijo.
La ventana abierta de la sala transmitió hacia el exterior los gritos y los sollozos de los padres al comprobar el terrible estado de su hijo.
Agazapado bajo la ventana, aún dudando si reclamar el dinero, estaba el falso niñero.
– No sé de qué se quejan. Ese crío no hay quién lo aguante – musitó, enfurruñado, para al final alejarse de la casa.


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8 comentarios en “Ven a tomar tu medicina. (Come to take your medicine).

  1. Eso es, Nerea. Encima los padres no disponían de ningún dispositivo como minicámara para controlar al falso niñero, aunque tampoco hubiera servido de mucho para salvarle la vida a la niñera y al pequeñajo.Un saludo desde el nivel del inframundo de Escritos.;)

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